domingo, 12 de julio de 2009

LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA.
ULISES RUIZ: EL MITO.
“Corrección política” es la única explicación que puede darse al hecho de considerar públicamente que los tiempos para la sucesión gubernamental todavía no llegan. Y es que una vez pasado el 5 de julio, es difícil encontrar otro tema de conversación entre la clase política oaxaqueña. En cualquier plática, todos los caminos conducen… a la sucesión. El gobernador, en descargo a su investidura, dijo que no es el momento y que el próximo año los partidos y la ciudadanía decidirán sobre su sucesor. En su fuero interno sabe que antes, tiene que hacerlo él: el tlatoani. Más allá de los cuestionamientos de puristas demócratas sobre esta regla no escrita, su eficacia no se discute, menos cuando el “gran elector” es un consumado operador político graduado con honores los últimos años no solo por el triunfo de sus estrategias en su estado, sino en entidades donde a los “ingenieros electorales” se les tiene que importar. Tabasco, Chiapas, Guerrero et al. Pregunten si no, a Leonel Godoy y a Juan Sabines las razones del fracaso en estados que debían tener mayoría de diputados federales perredistas. La sucesión está aquí y ahora, se siente, se respira. Aspiran cinco. Tienen posibilidades reales cuatro. URO lo sabe. Sus mejores amigas, las encuestas se lo han dicho. Y es que a diferencia de otros años, lo que para muchos era un gobernador de bajo perfil, común y corriente, ha resultado todo un profesional a la hora de ganar elecciones. Y fiel a su profesionalismo no improvisa, no deja lugar a ocurrencias. Para él las corazonadas no existen, ni las coincidencias y hará cuanto se tenga que hacer para ganar, aunque esto implique caminar en la frontera de la legalidad, cuidando siempre con escrúpulo no dar un solo paso fuera de ella. Por eso, para quien esto escribe, el Ulises fraudulento, política y electoralmente desaseado, represor y perverso es, en la exageración de un “mito” alimentado desde una oposición que no ha encontrado herramientas ni medios eficaces para cumplir su finalidad de conquistar el poder. La culpa de sus fracasos se la endosan a ese “mito” y no a la propia incapacidad de consolidarse como opciones serias ante la ciudadanía. Raúl Jardón, escribió que militaba en la izquierda porque de ese lado pensaba más limpiamente el cerebro y latía el corazón, pero al parecer una parte de la izquierda oaxaqueña más que con cerebro y corazón se identifica con el hígado. Es una izquierda caprichosa, no combativa (más bien belicosa), ofensiva, agraviante … intolerante. Que admite democracia solo cuando ganan y cuando lo contrario sucede, señalan culpando al “mito”. Cuando sus derrotas son mesuradas, se repliegan, hacen como que se reorganizan y se aprestan a competir de nuevo. Albergan la esperanza de tener mejor “suerte”. Pero cuando la derrota es (parafraseo a Toño Yglesias en su cierre de campaña en Puerto escondido) “una madriza” que hasta su registro puso en riesgo, presas de la desesperación se reúnen a elucubrar en petitte comité, cosa que siempre han sido y preparan el gran anuncio al día siguiente: COALICIÓN TOTAL DE PARTIDOS DE OPOSICIÓN PARA 2010. El fin: sacar al PRI del gobierno. ¿No es eso una manera de aspirar al poder por el poder mismo?, ¿no suena al nefaso “quítate tú para ponerme yo”?, ¿no es acaso una manera de desproveer totalmente a la política de cuanto debe ser su substrato ético e ideológico?, ¿Es correcto –amable lector- mezclar, como en juguería, colores aunque después no se sepa cómo conciliar en la plataforma electoral principios tan disímbolos como los tiene el PAN respecto del PRD? Convergencia y PT más que a una coalición, convocaron a la creación de un nuevo “Todos somos Oaxaca” que probablemente vuelva a dejar endeudado al PAN y agraviado al PRD con una candidatura a modo para … ya sabemos quien. El problema que nuestra oposición en Oaxaca tiene es que no sabe perder y no aprende cuanto se debe aprender de las derrotas, que en buena medida, puede ser más de lo que se aprende en las victorias. Platicaba hace ya varias semanas con un dilecto connotado panista. Me hacía ver que si el PRI no cedía algunas diputaciones federales en la elección que pasó, iba a despertar la ira de la oposición que (lo consideraba casi un hecho) iba a ir unida en 2010. “¿Candidato?” le pregunté. “Es lo de menos”, me respondió. Ugartechea y Amador Jara dijeron (por el momento) no al nuevo proyecto de Frankenstein.
Adam Przeworski, profesor de la Universidad de Nueva York ha escrito que aquello que define a la democracia es la aceptabilidad de la derrota y Felipe González, ex presidente del gobierno español complementa: “La aceptabilidad de la victoria es facilísima … sin embargo no sucede así con la aceptabilidad – no la aceptación, que es un momento- de la derrota con carácter previo y posterior al momento incierto, que es esencial para la democracia, en el que el ciudadano vota entre una, dos, tres o cuatro alternativas, entregando su soberanía individual en manos de líderes y grupos políticos determinados. La aceptabilidad ex ante y ex post de la derrota es lo que define a un sistema democrático maduro”. (La aceptabilidad de la derrota: esencia de la democracia. IFE. 2000). Convergencia y PT (último y penúltimo lugar en número de votos obtenidos, después del desaparecido PAS) deben primero aprender a perder si es que algún día aspiran a ganar.
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