Quien quiera conocer la verdadera cara de cualquier sistema de partidos, debe voltear la mirada al proceso de selección de sus candidatos a diputados plurinominales. Ahí está el secreto, en los detalles.
Los diputados de mayoría, esos que van a campaña, que dan la cara, que gastan su dinerito, que pierden o ganan en público, que caminan, que cosechan la aceptación o el rechazo; que se llevan a casa cada día de campaña las muestras de afecto, palabras de aliento o bien, los reclamos hasta el exceso de las mentadas de madre; o aquellos que son víctimas del repudio a su partido por excelentes candidatos que sean, son solo una máscara del sistema de partidos.
Los contenidos últimos de la ética política hay que buscarlos en los famosos pluris, esos que se sacan la lotería sin comprar boleto, cuyo trabajo de campaña una vez registrados ante el Consejo General del Instituto Electoral, bien puede ser solamente esperar; no en las personas, en los candidatos, pues; sino en los criterios que subyacen a la designación de tales o cuales nombres.
El de los candidatos plurinominales es, a todas luces un lugar de privilegio. Y no digo que esté mal. Cada quien puede juzgar libremente. Es un privilegio, escribo, que en el espíritu de la ley priista tiene razón de ser.
Me disculpo anticipadamente si abuso de su atención con esta transcripción, que muy pocos de ustedes –amables lectores- conocen. Corresponde precisamente a una de esas leyes priistas: los estatutos. Respecto de las candidaturas plurinominales son claros. Miren ustedes:
“Artículo 194. En los casos de candidatos a puestos de elección popular, por el principio de representación proporcional, el Comité Ejecutivo Nacional presentará a la Comisión Política Permanente la propuesta del listado de propietarios y suplentes para su respectiva sanción.
Al listado se acompañará el expediente de cada uno de los aspirantes para la valoración de los criterios establecidos en el artículo 195 de éstos Estatutos.
Artículo 195. La Comisión Política Permanente del Consejo Político Nacional, vigilará que en la integración de las listas plurinominales nacionales, se respeten los siguientes criterios:
I. Que los candidatos postulados por esta vía, prestigien al Partido;
II. Se valoren los servicios prestados al Partido en elecciones y en los procesos de organización de las mismas;
III. Se seleccionen perfiles profesionales para cubrir las necesidades del trabajo parlamentario, de comisiones y en el debate;
IV. Mantener los equilibrios regionales en función de los votos que se aportan al Partido, cuidando la representación de todas las entidades federativas, en las Cámaras; y
V. Se incluyan las diferentes expresiones del Partido y sus causas sociales.
Las Comisiones Políticas Permanentes en las entidades de la Federación, atenderán criterios análogos en la integración de las listas plurinominales locales”.
Las candidaturas plurinominales son privilegios, sí. Pero no cheques en blanco.
Corresponde al Comité Directivo Estatal ponerle nombre y apellido a los 17 espacios que en Oaxaca exige la ley, sí. Pero bajo reglas claras que hay que cumplir, además de las calidades que el artículo 66 de los mismos estatutos exigen en sus 15 fracciones (dos están derogadas y una aparece como bis).
El cumplimiento de las cinco fracciones arriba transcritas no es indistinto. Todo candidato registrado como plurinominal dígase propietario o suplente, debe cumplirlas todas, no una, ni dos, ni cuatro… todas.
¿Podemos considerar que cumplen los 17 propietarios y los 17 suplentes con lo exigido por los estatutos? No soy ya partidario de consignar nombres en esta columna. En la gran mayoría de los casos son mis amigos y la falta madurez hace que lo tomen personal. Si quieren nombres, revisen la cuenta de twitter de mi amiga @NADIASANABIA
De ustedes queda la tarea de revisar nombre por nombre
Lo que sí podemos hacer es, ahora que tengo frente a mí la controvertida lista, un ejercicio de –si me permiten la expresión- taxonomía. Independientemente de sus nombres y de si cumplen con el artículo transcrito ¿a quienes tenemos en la lista de mi partido, el PRI?
Están los gandallas que se autopropusieron, los que fueron jueces y parte; están quienes incapaces de forjarse un nombre, entraron de la mano de su sombra; están los que ya tienen un nombre, pero que no hubieran entrado de no haber sido pos un gran benefactor; están los que describió Enrique Bunbury en esa estupenda canción cuando dice “que más vale suerte que talento”; están los que se sienten con merecimientos y tal vez los tengan; están los que no sé por qué carajos siguen estando ahí; y la gran mayoría del número 9 hacia el 17 y casi la totalidad de los suplentes que se sienten cándidamente satisfechos y hasta felices de que nuestro partido los haya tomado en cuenta o que lastimosamente y en una clara falta de respeto recibieron de última hora la llamada para completar el expediente por que faltaba por cumplir la cuota de mujeres y de jóvenes.
¿Quién aprueba finalmente estas designaciones? El Comité Directivo Estatal solo propone. Las valida uno de esos órganos partidarios metafísicos, que existe pero nadie lo ve: la Comisión Política Permanente. ¿Ustedes saben cuántos ni quiénes la integran? ¿Cómo, cuándo y dónde fue integrada? Es una asignatura pendiente de democracia interna y de transparencia en la que se debe fijar la atención. No es cosa menor.
De los demás partidos, ¿qué podemos esperar? Ya mi amiga Rosy Ramales dio cuenta de cómo están las cosas en el PRD, donde, según lo visto, los procesos son más opacos y discrecionales. Facciosos, creo que es la palabra correcta. Y en el PAN solo se administra la escuálida caballada. MC, PUP, Nueva Alianza, PSD ¿se los dejo a ustedes?
Concluyo. ¿De qué depende que los candidatos plurinominales sean diputados? Va en función de una complicada fórmula matemática de proporcionalidad pura que involucra distintas variables, que tienen como centro los votos de los electores. Pero en términos llanos puedo decirles que estos candidatos pluris necesitan muchos votos a diputados locales para el PRI en el estado, no importando en qué distritos los obtengan; y necesitan además que se pierdan distritos de mayoría. Entre más votos tenga el PRI en el Estado y más candidatos de mayoría pierdan, más diputados plurinominales tendrá el PRI. Por ello es decisión de ustedes creer en el deseo sincero de aquello que los jerarcas del PRI dijeron en el registro, diez minutos antes de la media noche, ayer jueves 16 de mayo: que el PRI ganará carro completo.
La ley de nuestro sistema de partidos es de hierro, es la ley de las élites, de oligarquías. Si evocan ustedes a Robert Michels, a Vilfredo Pareto, a Gaetano Mosca o a Wright Mills está bien. Ellos describieron hace muchos años lo que en Oaxaca apenas estamos viviendo en su apogeo. Si es grave, ustedes me dirán, lo cierto es que los ciudadanos hacemos muy poco por cambiarlo y en lugar de inundar la vida interna de los partidos políticos, nos alejamos de ellos y nos contentamos con repudiarlos sin, siquiera, generar opinión transformadora al respecto.
La lógica de nuestras élites es ganar. Lo he escrito en otras ocasiones y aquí lo reitero. Nuestras élites ganan, incluso perdiendo; y no se diga a costa de los demás, en este caso, a costa de varios candidatos de mayoría que mandaron –salvo la mejor opinión de ustedes-, sin escrúpulo, al matadero.