LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
JUVENTUD ¿DIVINO TESORO?
Interesante y revelador el texto con el que Nadia Karina Sanabia editorializó la edición de “a diario” del pasado viernes. Y es que resulta en alto grado sorprendente la manera en que ha crecido el interés de nuestras plumas por el tema de “la juventud”, ya no como “divino tesoro”, sino como una fuerza real, presente y (en términos electorales) definitoria de nuestro país, pero especialmente de nuestro estado.
Juan Pérez Audelo, Narciso Reyes, Rosy Ramales, Adrian Ortíz Romero, Humberto Torres, Mario Banhir, Jaime Velásquez, Juventino Gamelí Cruz e Ildefonso Reyes Soto, son algunos de nuestros infaltables columnistas que, en no pocas ocasiones han destinado buena parte o la totalidad de sus textos a este tópico que en años anteriores tenía nula presencia en el producto de las rotativas. Exaltando aciertos o errores han contribuido enormemente al posicionamiento de la juventud en la famosa y muchas veces mal entendida “opinión pública”.
Gracias a ellos usted –amable lector- hoy puede tener clara conciencia de que la juventud es algo más que un “estado de ánimo” o “una enfermedad que se cura con los años”; es fuerza constructora de un presente que no quiere seguir siendo futuro y es, de igual forma potencialmente la victoria de unos y la derrota de otros, ahora que las campañas electorales nos engulleron, aunque muchos candidatos no lo quieran entender y no lo quieran ver así.
Y no es solo la fuerza y penetración de los medios. El poder autogestivo de los jóvenes ha despertado y Beto Torres tiene razón cuando escribe sobre esa inocultable realidad que representa el asociacionismo civil juvenil. Los jóvenes forman cada vez más asociaciones civiles, surgen prácticamente a cada semana y si a ello le aunamos las que nacen a instancias de los partidos políticos o los candidatos, entenderemos que constituimos un universo complejo que quiere mostrarse, que quiere participar, que quiere aportar e independientemente de filiaciones o (no) filiaciones partidistas dan origen a un mar de ideas, proyectos y propuestas que, aunque no sean en todos los casos tomadas en cuenta, son indicadores elocuentes de que los jóvenes hoy están dispuestos más que nunca a ejercer su derecho a la libre expresión de las ideas. Todos los candidatos de todos los niveles saben que los públicos, los auditorios y los foros más difíciles de convencer son los juveniles, sobre todo los universitarios. El joven es, por excelencia librepensador, crítico, mordaz, atrevido y hasta imprudente, más aún cuando se encuentra en sus “dominios” y entre sus coetáneos.
De las estadísticas ya hemos dado cuenta en este espacio en más de una ocasión. Sólo para recapitular, basta repensar el 30 por ciento que representa en la población la juventud de entre 12 y 29 años en nuestro estado y los 40 puntos porcentuales que alcanzan los jóvenes de entre 18 y 35 que son quienes deciden con su credencial de elector el municipio, la legislación y el estado que quieren. El joven ya no piensa solo en sí mismo, ha salido de su ostra y ahora piensa ya también en su familia. Es un nuevo pilar de la familia moderna que se va transformando con el tiempo. Los jóvenes de hoy adquieren responsabilidades a cada vez más temprana edad. Adquieren su primer trabajo antes que las pasadas generaciones, nuestros matrimonios son cada vez más jóvenes, egresan de las escuelas de nivel superior en menos tiempo y en contraparte ingresan a las filas de la delincuencia con cada vez menos años. Es un universo complejo y a la vez un grupo de edad en cuyo corazón y cerebro yace la esperanza de que las cosas en nuestro país y nuestro estado mejoren y de que nuestras familias vivan mejor.
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