viernes, 1 de marzo de 2013

JUAN JOSÉ MORENO SADA

Juan José Moreno Sada llegó sorpresivamente al PRI de Oaxaca. El único matiz en relación con sus tres últimos sucesores, es que la sorpresa no fue desagradable. Al menos así se percibió. Cayó, se pudiera decir, “en blandito”.


Muchas decisiones ya se habían procesado y entre ellas, la más importante: la aceptación. Los dos actores omnipresentes, tan lejos y tan cerca del priismo oaxaqueño, Murat y Ulises, no tuvieron inconveniente.


En principio, cuando la noticia se filtró aún como extraoficial, pareció “borregazo”; pocos encontraban lógica en la decisión. Se revelaba impensable un personaje que pudiera concitar, al menos, la aprobación de los dueños de las tempestades. Hoy que el tuxtepecano es Presidente del Comité Directivo Estatal, la lógica comienza a hacer acto de presencia.


La cercanía de Moreno Sada con César Camacho Quiroz es, sin duda más palpable que la que pudiera guardar, previo a su unción, con Murat o con Ulises. Con ambos trabajó dentro del gobierno de Oaxaca, a ambos les guardó lealtad.


Poco se sabe o se puede destacar de su pasado priista. Hoy que la voluntad del Presidente Peña Nieto exhibe la intención, a través de la reforma estatutaria del PRI, de quitar protagonismo a la militancia, puede entenderse el nombramiento de Juan José. Es un hombre más bien institucional, parco al hablar, poco habituado a tradición política priista. Ajeno a los usos del priismo de cúpula. Me atrevo a decir que es esta, su primera experiencia de relevancia dentro del PRI.


A Moreno Sada no lo definiría yo como un político. Tal vez haya sido esa su principal fortaleza. Llega “nuevo”, limpio. No nadó en la fosa séptica en que el PRI se convirtió después de la derrota de Eviel. Voluntaria o involuntariamente estuvo al margen, lejos. Está por verse si es un priista conciliador; pero puedo decir que la polarización y el “dadocarguismo” no le caracterizan.


Parco de palabra, equilibrado en sus expresiones, moderado en su sonrisa da sus primeros pasos con natural desconfianza. Llega a un terreno desconocido, ignoto, pero no llega desprotegido. La confianza de César Camacho y la guiatura de un peso completo como Melquiades Morales son lo más parecido a una garantía que pudiera tener.


La encomienda no es menuda. Habrá de conducir el primer proceso electoral local sin gobernador priista, él –Moreno Sada- es el jefe formal del priismo oaxaqueño. Independientemente de la formación, talento y experiencia que pudiera tener o no en los menesteres partidistas, es ya un líder. Fue aceptado sin mayores complicaciones y está legitimado. El Comité ejecutivo Nacional será con él con quien se entienda, sin intermediarios.


He cruzado breves conversaciones con él. Está decidido a hacer cuanto sea necesario para que el PRI compita con vocación ganadora el 7 de julio. Está por verse hasta donde su voluntad le alcanzará. Difícil imaginar un súbito cambio de prácticas, de usos; un paradigmático rompimiento con la inercia que por lustros ha acompañado al PRI y a sus principales actores. Por el bien del partido, tiene que darse lo más radicalmente posible.


Y es que el PRI sigue yendo contra la duda ciudadana y por si poco fuera, contra la duda de los mismos priistas. Las candidaturas serán el parámetro. Tendrá Juan José que hacer un ineludible esfuerzo de comunicación política para convencer a propios y extraños –entiéndase- priistas y no priistas, de las razones de las definiciones. No basta ya con un proceso interno de selección de candidatos impecable en el papel; no será suficiente un proceso interno jurídicamente pulcro. El PRI oaxaqueño de estos momentos es de “mucha política y poca administración”.


Tienen que ir los mejores, quienes deban ir a competir. Habrá que reducir los agravios –siempre los hay- a su mínima expresión y solo se logrará acreditando lo mejor posible, la calidad ganadora de candidatas y candidatos.


A Don Melquiades no le es ajena Oaxaca. Sabe a qué viene. Ha estado aquí en el mismo en cargo, previamente. El escenario es muy distinto, pero la naturaleza del oaxaqueño sigue siendo la misma. Tendrán Melquiades, Moreno Sada y
Avilés –con la colaboración de Ulises y Murat- que desenredar el quesillo y entregarlo en cuadrícula, primero a los propios priistas y después, a los propios electores.


El cambio sigue siendo divisa ampliamente valorada. Nuestro gobierno estatal y los municipales de más peso electoral así han hecho que sea. El elector no encontrará garantía de cambio en las mismas personas. No es un secreto, se comenta por todas partes. No se trata solo de que los ciudadanos voten contra los candidatos de malos gobiernos; hay que buscar que voten a favor de opciones que les representen algo diferente y -en base a sus cualidades personales-mejor.


Por el momento el PRI oaxaqueño ha escapado, por lo menos, al caos. Ahora hay que darle rumbo. Un nuevo rumbo, un buen rumbo que debe empezar por la persuasión.