viernes, 25 de enero de 2013
¿QUIÉN PARA PRESIDENTE DEL PRI?
Tres presidentes han desfilado por el PRI oaxaqueño desde que Eviel Pérez lo soltó en pos de la senaduría. Los tres sin pena ni gloria; los tres al filo de los estatutos. De ninguno podemos decir que hizo su mejor esfuerzo, porque no hay esfuerzo que valga cuando se desconoce profundamente la dinámica tan compleja del priismo oaxaqueño, sobre todo del cupular.
Los dos primeros, Arturo Osornio y Jorge Sandoval, salieron por piernas. Ninguno se ancló a Oaxaca, ni estuvo aquí de buen grado. Su vida y sus aspiraciones inmediatas siempre estuvieron en otro lado. El último, Don Salvador Sánchez, enfermó de gravedad y era además un secreto a voces que la presidencia la ejercía de facto Alejandro Avilés.
Don Salvador se fue. No será más presidente del PRI. Su difícil situación se dio en medio de los preparativos para el cónclave priista más importante: la AsambleaNacional en que se modificarán los documentos básicos para el partido y además en la antesala del primer proceso netamente local sin gobernador priista al mando.
El escenario doméstico no es muy diferente al que padecieron Osornio y Sandoval. Un PRI ya no tan confrontado pero aún dividido, disperso, en la zozobra de la sospecha. La sospecha del “agandalle”, de la venta de candidaturas, del torcimiento y manipulación de las encuestas y de la exclusión es omnipresente. Quien no lo quiera ver, es necio.
El PRI se queda nuevamente sin presidente en medio de una guerra de ya no tan baja intensidad. Las patadas por debajo de la mesa han comenzado sin nadie que ponga orden y los tiempos corren inflexibles.
La llegada de ManuelAndrade, el ex gobernador tabasqueño al relevo sigue en mera especulación. La realidad es que sobre la mesa también estaba, al menos, el nombre de Samuel Aguilar. Hoy sabemos que el nombre es casi lo de menos. Hoy entendemos que con la asunción de Enrique Peña Nieto y su firme empoderamiento todos quienes ocupen cargos partidarios a todos los niveles son agentes ejecutores de lo que fuera del PRI formal se decide. En Insurgentes solo quedó el corazón del PRI; el cerebro está en Bucareli en uno de sus hemisferios y en Palacio nacional el otro. Enrique Peña Nieto a sugerencias de Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray es el único que decide cuanto pase en el PRI en todas latitudes.
La verticalidad es consustancial al nuevo PRI. Es la máxima garantía de orden porque se entiende bien que sin orden no hay eficacia política ni electoral. Ellos mandan, todos los demás obedecen, incluidos, desde luego, quienes representen al PRI oaxaqueño.
Murat hace lo suyo; Ulises lo propio, pero ahora con una pequeña gran variante: ya hay quien los llame al orden, quien los siente en la misma mesa. El Presidente vuelve, para el PRI, a ser “El Señor Presidente”. No hay que buscarle más.
Bien puede Alejandro Avilés asumir la presidencia y tendría, como cualquier otro, que acatar lo que en el Distrito Federal se decida. Las negociaciones ahora tienen salida, las decisiones se procesan más tersa y civilizadamente. El PRI oaxaqueño tiene, por necesidad, que estar bajo tutela. Es el único freno al canibalismo. No hay lugar a la discrecionalidad, allá se acuerda y aquí se cumple. La última palabra la tiene y la tendrá siempre el Presidente de la República. Los priistas irán con los candidatos del Presidente; si no sus amigos, sí sus palomeados. No puede ser de otra manera.
Peña Nieto inaugura en el PRI la era del pragmatismo que ya no será exclusivo de las nefastas coaliciones entre derecha e izquierda. El Presidente propondrá y los priistas autorizarán todo cuanto sea necesario en pos de la eficacia electoral. La maquinaria del PRI tiene que volver a lo básico en estos tiempos de competencia desleal, incluso por encima de su tradición estatutaria. Un PRI moderno tiene que ser un partido ganador por encima de cualquier otro adjetivo.
Repartidos prácticamente todos los espacios de gobierno federal, quien venga a Oaxaca a presidir el PRI, lo hará –ahora sí- de tiempo completo. Sin mayores aspiraciones que servir al proyecto del Presidente. Su desempeño al frente del PRI oaxaqueño será una escala rumbo a una curul o al ostracismo. Esa será la garantía de esmero y entrega.
No es fortuito que Avilés se haya hecho cargo de la Secretaría General. No es un secreto que Murat estuvo de acuerdo. Avilés se la debe a Ulises tanto como se la debe a Murat y es natural que tenga que hacer música sin prescindir de ninguno de esos dos instrumentos: el bajo y la guitarra. Tiempo y melodía.
Poco a poco se irán apaciguando los ánimos de todos quienes se sienten con el mayor mérito para una candidatura. Las encuestas que, se esperan serias y directamente ordenadas desde el CEN del PRI, serán el filtro. Las inconformidades serán resueltas en el tribunal del manotazo presidencial. Allá del priista que quiera ir en contra de su altamente ponderado presidente.
moisesmolinar@hotmail.com
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