LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
¿POR QUÉ DEBE IMPORTAR A TOD@S LA PRÓXIMA ASAMBLEA DEL PRI?
Pareciera cosa doméstica la próxima Asamblea Nacional del PRI. Sus efectos y resultantes impactarán, sin embargo, más allá del priismo militante. Sus consecuencias irán más allá de la vida interna del partido. Es, entonces, la XXI Asamblea Nacional del PRI, asunto de todos los mexicanos.
¿Qué es la Asamblea Nacional y para qué se reúne? Es la pregunta obligada.
Es nada más y nada menos que el órgano supremo de deliberación dentro del partido que llevó al triunfo al presidente Peña Nieto. Por encima de ella no hay nada; va por encima, jerárquicamente, del Consejo Político Nacional y del propio Comité Ejecutivo Nacional que preside el ex gobernador mexiquense César Camacho Quiroz y cuya Secretaria General es la ex gobernadora yucateca Ivonne Ortega.
Es un órgano amplio en su integración compuesto de no menos de 4 mil priístas, mujeres y hombres en paridad e integrado obligadamente con un 30 por ciento de jóvenes menores de 35 años. Su integración implica una parafernalia estatutaria de cariz cuestionadamente democrático, incluyente y plural. Se trata de que todas las fuerzas del priismo, a todos los niveles y en todos los órdenes territoriales tengan presencia con voz y con voto.
Todo ello es importante porque es la Asamblea Nacional la única competente para modificar los Documentos Básicos. Este es, en esencia el único objetivo de esta multitudinaria reunión que tendrá lugar los tres primeros días del mes de marzo en el Distrito Federal para recibir el 84 aniversario de la fundación del partido con documentos básicos renovados.
En la realidad, serán las élites del partido, no sus militantes de a pie quienes decidirán el rumbo de esta asamblea. El texto de la convocatoria es claro. El trabajo de dictaminación de las reformas estará a cargo de una Comisión Nacional de Dictamen compuesta de cuatro mesas, cuyo presidente es el propio César Camacho y cuya secretaria lo será la propia Ivonne Ortega y en la cual, para cada mesa se contempla la participación de solo tres delegados electos por estado entre la “militancia”, los restantes serán diputados Federales y Senadores, así como representantes designados por sectores, organizaciones, organismos especializados y organizaciones nacionales adherentes. Los tres representantes de la militancia de los estados serán, sin duda, electos en arreglos también cupulares. No lo será ni usted, ni yo. Quienes asistan en esa calidad, muy probablemente, ni siquiera lean columnas políticas.
En mi columna anterior escribí que “el nuevo PRI parte del supuesto de que la verticalidad escapa a la lógica del tiempo para situarse en el reino de la necesidad”, que “es el PRI de los que mandan y el PRI de los que obedecen”. Con presidente priista, se necesita como nunca, de un PRI ordenado, inflexible, controlador aún a expensas de la reclusión de la democracia interna al mero discurso.
Es, reitero, una necesidad del PRI cuya notable novedad se dibuja en un solo adjetivo: calculador. Es el PRI de la precisión donde unos cuantos monopolizan “las mejores” decisiones para el partido y como en este caso, para México.
¿Qué es lo que se dictaminará y votará? Dos puntos descollantes: el IVA a medicinas y alimentos; y la apertura del sector energético en una parte al capital privado. Ambos son ejes de dos temas fundamentales del Pacto por México: reforma hacendaria y energética.
Los estatutos del PRI, como hasta ahora permanecen representan una camisa de fuerza a potenciales decisiones fundamentales. Lo escribo, sin juicio de valor de por medio. No juzgo si es bueno o malo para el rumbo del país, esa responsabilidad la tiene el Presidente Peña Nieto.
El numeral 154 del Programa de Acción (uno de los Documentos Básicos del PRI) es categórico: “El PRI defiende la economía popular y no aceptará la aplicación del IVA en alimentos y medicinas”; y no menos tajantes son el 299 y 300 al señalar “la rectoría del Estado en la materia” y “la propiedad, la dirección y el usufructo del Estado” en relación a las empresas del ramo”.
En la asamblea difícilmente habrá verdadero debate. Los priistas están en su inmensa mayoría incondicionalmente con el Presidente Peña Nieto, de quien vendrán prácticamente listos los dictámenes para ser votados en consecuencia por abrumadora mayoría. Será una asamblea de convalidación, un “sí” a Peña y su proyecto. Esperemos que sea lo mejor para el país.
Puede ocurrir que si el PRI autoriza gravar con IVA medicinas y alimentos, la tasa del mismo se reduzca mediante ley del congreso para quedar en un 12% como alguna vez lo propusiera Beltrones. Parece, sin embargo, difícil después de tantos años y publicidad, desechar la bandera que, en su momento, aportara triunfos al PRI: la famosa propuesta multiplicada en spots, camisetas y calcomanías de “No al IVA en medicinas y alimentos”, aunque la realidad es que la recaudación necesita mejorar, porque sin dinero, no habrá progreso sustancial.
Queda esperar, entonces, la dinámica de esta importante asamblea cuyo resultado dependerá del debate o de su ausencia.
Twitter: @MoisesMolina