sábado, 16 de noviembre de 2013

¿DE QUÉ VA A INFORMAR?

Informar es, para los gobernadores, una obligación constitucional cada vez más incómoda.


Lo que debía ser un natural ejercicio de comunicación entre gobernantes y gobernados ha devenido en, cada vez más, una elaborada parafernalia de amarres. El centro de una institución republicana como el informe de gobierno ya no es “el hecho de informar” sino los amarres para el acto social; amarres con el legislativo, con los medios de comunicación y con algunas organizaciones sociales. La negociación económica sustituye a la negociación política y en Oaxaca se ignora olímpicamente a los liderazgos ciudadanos, académicos y a los mismos partidos políticos, desde el detalle mínimo de las invitaciones.


Al informe protocolar hay que invitar a los empleados y a los amigos del gobernador. En Oaxaca se ha perdido el tacto, la sensibilidad para hacer política y la principal estrategia parece ser la emulación del avestruz, no ver, no escuchar; ignorar, pues.


La pregunta recurrente en la víspera del informe en Oaxaca fue ¿de qué va a informar? Puede que el gobernador haya tenido mucho qué informar, pero la percepción era en contrario; y esa percepción acarreaba algo más grave: el desinterés.


A la ciudadanía no le interesaba, ni siquiera por morbo, escuchar a su gobernador; enterarse, por todos los medios que tenemos hoy en día, del balance que presentaba del estado general de su administración. Daban por hecho que el gobierno sencillamente no tenía nada qué informar y por ello había que ignorarlo resignadamente.


Labor de tesorería con el nuevo congreso y con las organizaciones sociales; y los convenios de súplica con los medios de comunicación hicieron que el tercer informe de gobierno pasara, así, sin mayúsculas, sin pena ni gloria.


En un estado como Oaxaca hay una tragedia más grande, por sus efectos, que la pobreza, la desigualdad, la delincuencia, la falta de oportunidades, el desastre del sistema de salud, la ausencia de obra pública, la crisis del gabinete y todo lo que usted –amable lector- conoce a diario en periódicos y noticieros. Más grave que todo esto es la apatía, el desinterés, la pusilanimidad de sus ciudadanos que, sin violencia pero con firmeza, debemos incidir en el cambio que se quedó solo en slogan.


No es estar en contra del gobernador; es impedir que al gobernador le siga yendo mal. Oaxaca no merece un gobierno de claroscuros y si su equipo no le ayuda al gobernador, deben ayudarlo los oaxaqueños desde todas las trincheras.


A un gobernante, su equipo, le informa lo que el propio gobernante quiere escuchar. Lo blindan, lo aíslan, lo tranquilizan. De la parálisis no lo pueden sacar los responsables de la parálisis y por eso el gobernador debe abrirse a otras voces responsables, que tienen una visión clara y diferente de lo que pasa en Oaxaca y de lo que se debe hacer en Oaxaca, no solo para que su calificación mejore, sino para que las cosas realmente marchen mejor.


El ninguneo debe dejar de ser “política pública”. El gobierno debe dejar de ver enemigos en cada esquina. Los partidos políticos deben asumir con responsabilidad su papel de partidos en el gobierno o partidos de oposición, lo mismo que los diputados. Los coordinadores parlamentarios que, en buena medida, se comportan también como virreyes deben ser llamados a la responsabilidad. Cada diputado es igual al de la curul de atrás o de al lado y la función del coordinador parlamentario debe ser precisamente “coordinar” las inquietudes, propuestas y exigencias de cada uno, no pensar, ni decidir, dueños de la verdad absoluta, por sus coordinados. Cada diputado no representa a su partido, ni a su distrito, representa a todo el pueblo de Oaxaca y por ello sus partidos deben apoyarles en la integración de su agenda legislativa y no limitarse a la designación de quien habrá de coordinarlos.


En el sistema político oaxaqueño hay mucha irresponsabilidad. Hay que marcar diferencia.


Los ciudadanos deben participar. Con el voto no se agota la participación ciudadana, hay que vigilar, estar pendientes, exigir. El gobierno solo, no va a romper la parálisis. Los únicos capaces de terminarla son los ciudadanos organizados en los partidos políticos o en las organizaciones de la sociedad civil.


La apatía ciudadana es suelo fértil para la impunidad del ejecutivo y el legislativo. Solo los ciudadanos organizados pueden impedir que se siga cometiendo el crimen de gobernar y legislar sin resultados.


*Delegado Nacional del Partido Verde Ecologista en Oaxaca
moisesmolinar@hotmail.com
@MoisesMolina