LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
PRIISMO GENÉTICO
“México se debate entre dos extremos igualmente perniciosos
… el neoliberalismo y el neo populismo … ambos coinciden en
ser modelos excluyentes … el primero en términos económicos
… el segundo en clave política … tendencias encarnadas
respectivamente por Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador”
José Fernández Santillán.
Miguel Ángel Granados Chapa, uno de los más corrosivos detractores del PRI, tuvo que reconocer con rigor de periodista en una de sus últimas entregas en Reforma, que el tricolor es el único partido que “en esta etapa de selección de candidatos a diputados ... someterá todas las posiciones al escrutinio de sus militantes” en contraste con “los timoratos e interesados comités nacionales del PAN y el PRD que se reservaron un excesivo número de distritos donde no habrá contienda interna”. Esa directa afirmación de un hombre de izquierda denota que la vida y la vitalidad de un partido político no están sujetas a los deseos personales de quienes se organizan y compiten por el poder. La omnipresencia del PRI es una realidad y su recuperación un hecho que los últimos años electorales han afirmado. Al PRI – a su jerarquía, en estricto sentido- podrán reprochársele muchas cosas: desaseo a la hora de llevar la política a la práctica; sensibilidad y poca tolerancia a la crítica, así venga del interior y sea una forma de autocrítica; resistencia al entreveramiento generacional y de género; desinterés en diferentes grados y con diversos matices en la tarea de capacitación política de sus miembros y simpatizantes, concentración del poder y por ende de las decisiones, entre algunas cosas más. Pero si algo tiene el PRI es oficio, experiencia y no solamente para gobernar; capacidad para llegar a acuerdos cuando el escenario es propicio. Hoy las encuestas ubican al tricolor en inmejorable posición para ganar la mayoría absoluta de la cámara federal de diputados y llegar con ventaja al 2012 y a la mayoría de las elecciones gubernamentales en los próximos 3 años. Los números dicen que sigue siendo la primera fuerza territorial del país y el partido que más candidatos propios postula y más representantes de casilla registra en todos los procesos electorales. Es una tercera fuerza política en el congreso que sigue actuando y pesando cual si fuera la primera y a su coordinador parlamentario en el senado lo consideran algunos como émulo de un vicepresidente en funciones. Al PRI lo vienen matando desde el 2000, aunque más bien pareciera que la derrota presidencial le aportó oxígeno. Ha sido como ninguno, un partido que saca provechos de sus crisis y sale fortalecido de ellas. El asunto monetario con su multa de mil millones, pasó casi desapercibido. El Carro completo en Puebla y Oaxaca vino casi inmediato al escándalo del “gober precioso” y la APPO. Hoy cobran sentido las alusiones al priismo genético y los dichos de mucha gente que “nace y muere priista” porque provienen de una “familia priista”. Es algo más que “voto verde” y que “voto duro”. Es una mística que para sus detractores parece lejana y es cuestionable. Es en palabras de Carlos A. Madrazo “una mística revolucionaria”. Jóvenes que todavía quieren “entrar” al PRI, que quieren “apoyar” al candidato. Tal vez sea más cuestión de socializar que otra cosa, pero aún hay muchachos y señoritas que quieren sentirse parte de algo y su principal referente es el PRI. Es una nueva generación que no conoció a Díaz Ordaz o a López Portillo; que a Salinas lo recuerda vagamente y se presenta inmune a los rencores y resentimientos de políticos que eligieron cambiar de colores; que se siente, en todo caso, más cercana a Peña Nieto y a las nuevas técnicas y tecnologías aplicadas al proselitismo político. A sus 80 años al PRI se le ve rejuveneciendo, al menos esa es la percepción, aunque no concuerde con el nóumeno kantiano. Se le ve sano y se le ve bien. No es cuestión de deseos personales – recalco-, es una realidad que la ciencia social moderna nos revela. El PRI está vivo y ganando y de ello quizás no tiene la culpa el mismo PRI, tal vez ni siquiera sus detractores. Hoy los tataranietos de don Plutarco parecieran gritar con fuerza lo que Jesús Reyes Heroles les dejó en unos versos: que se pueden tener mil años y seguir siendo joven.
moisesmolinar@hotmail.com
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