LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
PRI: EL CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS
Las múltiples voces que últimamente se han levantado dentro del PRI, se han posicionado en la opinión púbica, como indicios suficientes de división del partido. Interpretación comprensible pero alejada de la realidad. La enorme pluralidad de actores dentro del mismo ha hecho que, ante la falta de un liderazgo cohesionador como el que ejercían los gobernadores, se haya emprendido desde diferentes atalayas la tarea de diseñar un nuevo partido que, en la nueva realidad política de Oaxaca, sea competitivo en futuros procesos electorales.
A la nueva generación de priístas le tocará vivir procesos electorales sin que el gobernante priísta en turno ejerza el monopolio de su conducción. Cuanto estamos viendo es un natural y legítimo reacomodo. Los desencuentros son entre los actores políticos; el PRI por el momento sigue unido en su diversidad.
Y es que el PRI –amable lector- no tiene título de propiedad y concierne a todos quienes en él militan el rumbo que habrá de tomar con una sola y compuesta premisa: recuperar el poder en obediencia a sus documentos básicos: Declaración de Principios, Programa de Acción y Estatutos. No hay más.
Hay, por una parte, priístas partidarios de la permanencia de la directiva en funciones, como también quienes opinan que el cambio en el rumbo debe comenzar por quienes integran el Comité Directivo Estatal. Todos esgrimen argumentos y en aras de la libertad de expresión y de conciencia, son igualmente legítimos. Debe prevalecer, a mi modo de ver las cosas, un gran acuerdo político que habrá –sin problemas- de legitimarse jurídicamente. El fin superior es ganar los comicios por venir aportando el mayor número de votos al candidato presidencial que seguramente será Enrique Peña Nieto.
El voto no es ya corporativo; mucho menos manipulable. Oaxaca primero y después Guerrero lo confirman. Los “operadores electorales” comienzan a ser prescindibles y el ciudadano, priísta o no, decide en la breve intimidad de unos segundos la victoria la derrota. El voto es hoy más que nunca directo y secreto.
¿Cómo ganar elecciones en esta nueva coyuntura? Apelando a aquello que se ha olvidado desde hace mucho tiempo: devolviéndole al PRI su rostro humano y a sus militantes el orgullo de ser priístas. Los priístas se alejaron del partido y pasaron poco a poco a ser una estadística. Es necesario hacerlos realmente sentir de nuevo parte de los triunfos y las derrotas. Sentirse parte de algo grande.
En tanto no se revise el expediente del proceso que llevó a Eviel a la dirigencia, vía Consejo Político Estatal, él será el Presidente del Partido. Considero que el problema del dirigente formal es de legitimidad; no de “iure”, pero sí de “facto”. Lo más grave es que, al parecer, se conforma con la legitimidad ante los órganos partidarios y electorales y relega a un segundo término la búsqueda de legitimación entre las bases, ante la militancia, pues.
La legitimidad militante, si se me permite la expresión, no se gana con declaraciones, mucho menos con amenazas de expulsión de quienes disienten. Los órganos formales del partido, incluida la delegación del Comité Ejecutivo Nacional, encomendada al senador Carlos Jiménez Macías, tienen una misión eminentemente conciliadora e incluyente. El delegado del CEN no manda en Oaxaca y sus últimas declaraciones de poco ayudan. Hoy el predicamento lo tienen Beatriz Paredes y Humberto Moreira. En nombre de ambos, el senador potosino calificó a consejeros políticos estatales y nacionales como “voces aisladas” y sentenció casi incontestablemente la permanencia del ex candidato en la presidencia del PRI, hasta 2012.
El PRI está viviendo como nunca su democracia interna y tiene que seguirla viviendo sin mordazas, sin tibiezas, sin el miedo a la llamada intimidante o al condicionamiento de falsas amistades; con la convicción de que el PRI necesita a todos por igual, buscando espacios públicos de expresión. Ahora todos tienen nombre y rostro, pero de los mismos militantes comprometidos depende dejar de ser un número, una estadística en aras de llegar a un gran acuerdo pronto. Un acuerdo donde todos ganen, incluida nuestra querida Oaxaca. Si le va bien al PRI, como a cualquier otro partido, le va bien a nuestro estado. La oposición oxigena el sistema político y a Oaxaca le hace falta ese oxígeno priísta.
moisesmolinar@hotmail.com
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