lunes, 18 de abril de 2011

LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
POLÍTICOS, REDES SOCIALES E INTERNET.
“El hombre es su palabra. Ella lo concreta y lo define.
Es su retrato, su imagen fiel”.
José Muñoz Cota
El homo videns llegó para quedarse. Cuanto se aprende o se comunica comienza a depender, en proporción considerable, de una pantalla. El salto tecnológico obliga a redimensionar la tesis central de Sartori. El televisor está siendo vertiginosamente desplazado por la luminiscencia de ordenador, de la computadora pues; las ciudades como centros del desarrollo tecnológico exportan necesidades y cada vez más seres humanos están en contacto con las computadoras como medio preponderante de contacto con el mundo, con su mundo.
Sin la aparición de la internet, nuestro aserto carecería de firmeza, pero en nuestros días la necesidad de la “red de redes” hace necesaria una PC. La información es ya un factor real de poder porque genera liderazgo y recordar debemos, que los liderazgos mueven al mundo a través de las sociedades desde sus incontables grupos.
El axioma central de la sociología descansa en la imposibilidad del hombre aislado. El origen de todas las ciencias sociales hay que buscarlo en la interacción humana. Cuando un ser humano se relaciona con otro, decanta su mundo y abre la puerta a otro distinto. Es el origen de las redes sociales, desarrolladas con cierta parsimonia hasta hace no más de un cuarto de siglo.
Cuando en 1995 Randy Conrads crea classmates.com, el mundo dejó de ser el mismo y lo teorizado por John Barnes y Elizabeth Bott desde la sociología en Norteamérica veía abrir una nueva dimensión. La llegada de las redes sociales a la internet “exponenció” su crecimiento. Hoy el facebook y el twitter, representan mucho más que una moda que comienza a vender sus emblemas a fabricantes de calzado deportivo.
En “Six degrees: the science of a connected Age”, Duncan Watts demuestra la factibilidad de que un ser humano acceda a cualquier persona del mundo en solo “seis saltos”.
Paradójico resulta el hecho indiscutible de que la ciencia nos haya alcanzado. Estamos lejos aún de obtener óptimo provecho de sus bondades, al menos en este rubro. Las redes sociales “virtuales” ya no lo son tanto y están al alcance de prácticamente todos los países del mundo. No hemos aprendido a utilizarlas y solo jugamos con ellas. No son todavía una herramienta de información y formación, son un pasatiempo; no informan, comunican; No construyen, destruyen en distintos grados; no ganan humanidad, hacen perder tiempo. Mientras sigamos siendo ignorantes de su potencial, seguiremos estando a su servicio; no a la la inversa. De nueva cuenta, el mundo del ser, da la espalda al mundo del deber ser.
Pido prestados algunos datos compartidos por el Dr. Miguel Carbonell en su artículo “El mundo que viene”:
“En el mundo hay 1,970 millones de personas que utilizan internet … Para 2015 se estima que habrán en el mundo 3,500 millones de usuarios de la red … En el mundo existen 2,900 millones de cuentas de e-mail … prácticamente uno de cada dos seres humanos en el planeta tiene una cuenta de correo electrónico … Hoy en día Facebook cuenta con más de 600 millones de usuarios, de los cuales 250 millones se sumaron solamente en el año 2010. La otra gran red social, Twitter, acaba de pasar de los 200 millones de usuarios (100 millones de nuevos usuarios en 2010). MySpace, que fue creada en 2003, antes que Facebook y que Twitter, cuenta con 260 millones de usuarios. En Estados Unidos, uno de cada ocho matrimonios tuvo su origen en Facebook. Y en uno de cada cinco casos de divorcio se ofrecen pruebas recabadas en esa red social”.
¿Por qué no poner las redes sociales en internet al servicio del idioma, de la organización ciudadana en pro de buenas causas, del rescate de nuestros valores individuales y colectivos, de la democracia, del arte, de la cultura, de la política como vocación de servicio?
Es siempre interesante compartir con quienes están del otro lado de la pantalla una parte de nosotros, pero no siempre es la mejor la parte la que mostramos. Denostar, ofender, infamar, calumniar, son formas de destruir. El odio no debe, bajo ninguna circunstancia o motivo encontrar vehículo en nuestras palabras viajeras del ciber espacio.
A fin de cuentas “El hombre es su palabra. Ella lo concreta y lo define. Es su retrato, su imagen fiel”.
moisesmolinar@hotmail.com
Facebook: Moisés Molina
Twitter: @MoisesMolina

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