viernes, 9 de diciembre de 2011

RENOVACIÓN, NO RESTAURACIÓN

LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA

PRI “RENOVACIÓN, NO RESTAURACIÓN”

Una frase valió el protocolar discurso de Pedro Joaquín Coldwell al rendir protesta como presidente sustituto del PRI nacional: “Hay que tenerlo claro, nos dirigimos a la renovación, no a la restauración”. Frase que adquiere significaciones diferentes, según la geografía política priísta. En Oaxaca todavía se respiran sus efectos con brisa de lavanda para unos y hedores de pesimismo para los menos.

En comunicación política, los discursos son referentes de primera mano y en sus contenidos hay construcciones gramaticales que no requieren ser interpretadas. Es el caso que nos ocupa. La claridad con que se enuncian sólo admite dos actitudes en los receptores: aceptación o rechazo, nunca la indiferencia.

La frase de Coldwell trajo con su carga lapidaria esperanza y desesperanza para sectores diferentes del priísmo, cual nuevos hijos de Mora y Alamán. Huelga decir que liberales y conservadores los hay en todos los partidos políticos, cuando de valorar actitud ante cambio o preservación de sus usos y prácticas, se trata.

Moreira hizo lo que pudo, a todas luces no fue suficiente y su mejor argumento son las elecciones que condujo al triunfo durante la brevedad de su encargo. Su renuncia no fue concesión graciosa al capricho de los detractores priístas, que más que detractores de su pasado, lo fueron de su inminente futuro.

Las dimisiones de Beltrones, primero y de Moreira después, aunque en situaciones y por motivaciones muy distintas, obedecen al principal activo que hoy por hoy tiene el PRI y que el senador Coldwell aludió de forma imposiblemente más clara: “Trabajar sin claudicaciones, sacrificando incluso aspiraciones personales, para que el 1 de diciembre del 2012 Enrique Peña Nieto, jure la constitución como presidente de la república”.

Lo más preciado que un político puede tener en la praxis son las “aspiraciones personales” y queda demostrado que a Enrique Peña Nieto no se le tocará ni con el pétalo de una de ellas. Un sutil autoritarismo convenido que bien vale la pena, si de recuperar la presidencia de la república se trata.

Tuvieron que pasar 6 años para que los priístas comprendieran la lección del año dos mil; y once para que la aprendieran. La percepción medible de los electores está al día de hoy muy clara y la amenaza de campañas negativas hace que el PRI reedite, el que está llamado a ser su sello en las campañas del próximo año: cerrar filas en torno a sus centuriones, contra todo y a pesar de todo.

Sin la necesidad de ser huéspedes todos de las oficinas de insurgentes, los priístas intuyen que “la hora ha llegado” y motivos tienen de sobra: Independientemente de las razones, el mejor posicionado de los candidatos desde Luis Donaldo Colosio; la racha ganadora del partido en elecciones locales, sólo interrumpida por Oaxaca, Puebla, Sonora y Sinaloa; la disposición al sacrifico de aspiraciones personales y el reagrupamiento tersamente pactado de actores de primera línea, lo mismo moros que cristianos.

El twitter ha sido la trinchera de los agoreros del “despeñadero”. Sin menospreciar la importancia en ascenso de las redes sociales, con todo y que en México se incrementó en 5 mil su número de usuarios el último año, predican en un desierto político. Roy Campos, más entendido en estos menesteres que quien esto escribe, nos compartió que su trascendencia en el México de nuestros días solamente resulta relevante con la reproducción de la radio y la TV. Quienes pretenden ver trasladado el fenómeno estadounidense de las campañas en el ciberespacio a nuestro país, están en el error.

De acuerdo a Daniel Ponte, gerente de telecomunicaciones de Everis por cada mil mexicanos hay 159 con cuenta en redes sociales. De este universo habría que excluir a quienes carecen de credencial de elector, a quienes no ejercen su derecho al voto o lo anulan y a los que pertenecen al voto duro de los partidos. ¿Qué nos queda? Una cifra seguramente nada despreciable, pero que no determina el sentido de su voto, exclusivamente por las redes sociales. Hay más mediaciones que lo condicionan.

El twitter y el facebook, preeminentemente, son espacios muy activos de reflexión política en expansión pero sería osado pensar que definirán quién habrá de ser nuestro próximo presidente. Es en 2016 que podríamos estar en ese escenario. Mientras ese día llega se corre el peligro de que las campañas sucias secuestren espacios de entretenimiento informativo que bien pueden ser utilizados para ventilar propuestas y proyectos de nación; para convertir en “cómo” los “qué”.

moisesmolinar@hotmail.com
@MoisesMolina

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