sábado, 11 de mayo de 2013
NO HAY SUJETO SI NO ES REBELDE. (Entre la cólera y la esperanza)
He tratado de juzgar, con la mayor objetividad posible, el video que amablemente me “posteó” Gustavo Rivas en mi muro de facebook, pero he de reconocer, “objetivamente”, que toda objetividad se viene abajo cuando en este tipo de actos está involucrado el Gobierno a través de cualquiera de sus agentes.
Pudiendo escribir la narración pormenorizada del video que ha potenciado la indignación ciudadana, lo resumo en lo siguiente: dos inspectores municipales, haciendo mal su trabajo.
Es condenable la forma tan desaseada en que los dos representantes del municipio de Oaxaca de Juárez levantan un puesto callejero de – al parecer- tacos y fritangas; comienza a ser grave cuando se ve que las encargadas del pequeño negocio son dos humildes mujeres; y se convierte en indignante cuando, en las tomas, aparecen los tacos y la salsa esparcidos por el suelo y una de las mujeres desesperadas, tomando como “arma” uno de los dispensadores de salsa para “atacar” a uno de los inspectores. Es la lucha del ciudadano de a pié contra su gobierno, contra el más próximo que es el municipal. La mujer no siente ira, más bien impotencia. No quiere lastimar al representante de la autoridad. No le avienta el bote. Es altamente significativo que solo lo oprime para vaciar el espeso contenido sobre el cuerpo del inspector al pie de la camioneta a la cual su compañero subía la pequeña mesa a que se reducía el puesto. Incluso jurídicamente la acción de la dama tiene una significación diferente y peculiar.
Para fortuna de las dos mujeres de cuyo lado, visiblemente, se ha puesto la sociedad, el puesto se ubicaba frente al Diario “Noticias” sobre la calle de Los Libres y fue esta la causa de que el suceso se haya convertido en noticia y haya circulado con virulencia por las redes sociales. Fijó agenda por unas horas.
Ante la incontestabilidad de las imágenes, la narración de la reportera y la realidad del trato selectivo al comercio informal por parte del ayuntamiento capitalino, poco se puede argumentar a favor de quienes probablemente solo hacían su trabajo aunque, reitero, trabajo muy mal hecho.
¿Cómo poder argumentar que los inspectores sólo cumplían con su deber cuando recientemente Don Narciso Reyes nos dio cuenta de la estrategia que, desde la Dirección de Ordenamiento Comercial del Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, se orquesta u orquestaba? La estrategia consiste en pedirles a comerciantes ambulantes privilegiados por su pertenencia a ciertas organizaciones “sociales”, coloquen una lona verde como distinción para que al momento de los operativos, no se les moleste.
¿Cómo no indignarse ante la realidad que la reportera narra del robo del dinero a las vendedoras cuya sencillez en el vestir y el hablar es evidente? Me entero que mi amigo Pável López, hoy Diputado Local, las llevó a iniciar procedimiento ante la Defensoría estatal de los Derechos Humanos y que una recomendación a Luis Ugartechea está en proceso. Debe tener consecuencias, aunque las decisiones de dicho órgano no tengan carácter vinculante y sean simples “recomendaciones”. Al decir que se violaron los derechos humanos de las dos mujeres, en el fondo estamos diciendo, lo que en el video se aprecia: se violó su dignidad de seres humanos
¿Qué se hará? ¿Le otorgarán permiso para vender a las hoy célebres propietarias del puesto en un nuevo gesto de privilegio ante la explosiva publicidad del suceso? ¿Despedirán a los inspectores? ¿Conservarán su empleo en el municipio pero ya sin ser inspectores? ¿Habrá un pronunciamiento público grandilocuente por parte del Presidente Municipal o algún funcionario menor aislando el caso y refiriéndose a una política pública para todos los comerciantes que se encuentren en esta situación, que son cientos?
Imposible complacer a todos quienes tienen una opinión respecto a esto. Pero ante la incapacidad o falta de voluntad evidente del ayuntamiento por cumplir simple y llanamente la ley, el asunto –como ejemplos sobran- terminará por ahogarse en el olvido en unos días.
Mientras, los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, brindaron una nueva salida al descontento ciudadano ya casi connatural con su autoridad. Difícilmente puede ser de otro modo en la “modernidad”. La protesta social no es tanto a favor –sin que deje de serlo- de las vendedoras, como en contra de la autoridad, del poder. “No hay sujeto si no es rebelde, dividido entre la cólera y la esperanza” escribe elocuentemente Alain Touraine, y amplía con rigor científico sobre el tema:
“Actualmente nuestra moral es cada vez menos social. Recela cada vez más de las leyes de la sociedad, de los discursos del poder… Esta imagen del individuo se nos presenta de manera creciente como la de un ser humano que se afirma como un ser de derechos, derecho, ante todo, de ser un individuo … ser humano dotado de sus derechos cívicos, de sus derechos sociales…” (Un nuevo paradigma para entender el mundo de hoy. Ed. Paidos. Pp. 129 , 134)
No sé, si a la hora de redactar estas líneas, las vendedoras regresaron a su puesto en la calle de “Los Libres”, ni si los inspectores han sido cesados. Ambos son, sin embargo, lo menos importante de nuestro real problema: la ausencia de vocación de servicio en la mayoría de nuestros empleados gubernamentales. Las autoridades de primer orden no solo se han alejado de los gobernados, la distancia alcanzó también a los empleados operativos que no trabajan para un gobierno como elemento del Estado con su teleología. No trabajan para conseguir un fin que la Teoría del Estad llama “Bien Público Temporal”, trabajan para ellos mismos, a su criterio, a su saber y entender. Algunos entienden de normas, de procedimientos, pero nadie les infunde conciencia de la regla más importante: los gobernados no somos siervos , ni los gobernantes señores feudales.
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