Recibo con beneplácito las últimas noticias de voz del delegado de la PROFEPA en Oaxaca: la entrega del “león de la montaña” es cuestión de tiempo.
Y es que en San Francisco Yateé, un pequeño poblado perteneciente a Villa Alta en nuestra sierra norte, se ha hecho mediático lo que es acontecimiento común en comunidades donde los medios de comunicación aún no llegan. Un puma fue atrapado por los pobladores y, a la hora de la redacción de estas líneas, permanecía en cautiverio a la espera de respuestas de las autoridades.
En aquellas zonas donde la riqueza natural contrasta con la pobreza material, los felinos en peligro de extinción son el enemigo número uno de las familias. “Ese animal se come todo lo que encuentra” me refirió un conocedor de la zona, en alusión a los animales (primordialmente aves de corral) que los pobladores crían para el autoconsumo.
Donde hay pobreza material, es complicado esperar una cultura de la conservación de la bio diversidad. Lo que la gente quiere es que nadie ni nada les quite sus gallinas.
Yateé tenía ya un antecedente. Con la misma trampa, los pobladores capturaron hace no mucho un jaguar que, de buena fe, entregaron a las autoridades mediando compromisos. ¿Qué compromisos? Baste decir que fueron compromisos que de ninguna forma se podían cumplir por parte de la autoridad dentro de la normatividad. Entregaron aquel felino bajo engaños, pues.
Si de algo está cansada nuestra gente, sobre todo la más humilde, es del engaño y los políticos no terminamos de entender que es preferible la franqueza en cualquier situación y en cualquier negociación. Funcionarios de mentes cortas no alcanzaron a divisar en aquel momento que una situación similar podría darse nuevamente, así que sin escrúpulos engañaron a la gente de Yateé.
Para un ecologista resulta del todo anormal y condenable que un puma concolor sea tomado prácticamente como rehén y que su entrega a la autoridad se condicione al cumplimiento de compromisos mínimos que parten de supuestas afectaciones que el animal ha causado a las familias en su patrimonio. Pero es parte de la complejidad de nuestro estado, donde todo pasa por la política, incluida la protección al ambiente.
Al menos en Yatée, el puma fue capturado y su liberación se negocia. ¿Cuántos casos similares habrá en que los felinos no reciben una segunda oportunidad de vivir -aunque sea en un lugar distinto- y son sacrificados? Créame, amable lector, que eso sucede en la montaña y es un suceso de lo más normal. Matan especies en peligro de extinción con la más indolente de las normalidades.
Lo que para algunos son riquezas, milagros de supervivencia y conservación, para otros son simplemente enemigos que hay que exterminar. El hambre hace que valgan más quince gallinas que estas especies protegidas. Así es Oaxaca, nuestro contradictorio, kafkiano y maravilloso Oaxaca.
El “león de la montaña” debe liberarse pronto. Más allá –y por desgracia- de las disposiciones legales que son claras y contundentes, en necesario que la política sirva para conciliar voluntades; la voluntad del pueblo de entregar este maravilloso puma a las autoridades y la voluntad de la autoridad ambiental de restituir en el pueblo (aunque no haya sido responsabilidad del actual delegado de la profepa) la confianza en el cumplimiento de los compromisos humanamente cumplibles.
En el Partido Verde seguiremos al tanto de este caso y hacemos votos porque los buenos oficios del gobierno federal y la buena voluntad de la población, hagan posible que en felino que no tiene por qué estarse domesticando encuentre el mejor de los destinos.
*Delegado Nacional del Partido Verde Ecologista de México
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