LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
#OaxacaEstáDeFiesta es uno de los hashtags que se ha posicionado la última semana en las redes sociales. Y en efecto, Julio es el mes en que Oaxaca se redime ante el mundo como reflejo espiritual de México.
Nuestros dolores sociales y nuestra parálisis gubernamental no impiden que Oaxaca brille, al menos en Julio. Por más que parezcamos empeñarnos en sepultar aquello que siempre nos ha distinguido por aquello que últimamente comienza a distinguirnos, Oaxaca sigue siendo referente de espiritualidad, de folclor, de tradición y de mito.
Una inmarcesible riqueza cultural y la bendición de su geografía y su biodiversidad hacen de Oaxaca un pequeño continente; todas nuestras etnias, lenguas y costumbres hacen de Oaxaca, para los visitantes, un lugar fuera del mundo.
En julio se acendra la fiesta del aroma, del sabor, del color, del sonido, del movimiento y de las formas. Es la síntesis de milenios de esa, nuestra historia, que han escrito y transmitido nuestras mejores mujeres y nuestros mejores hombres.
¿La paradoja? A fuerza de volverse casi cotidiano, todo este mosaico que embelesa al “extraño”, parece volverse rutinario para el oaxaqueño inconsciente de lo que Oaxaca representa para el mundo y no solo para México. ¡Somos patrimonio de la HUMANIDAD! No del gobierno, no de los partidos, no de las organizaciones sociales ni de los sindicatos. Oaxaca llora el resto del año con bloqueos, marchas, manifestaciones, asesinatos,violaciones a los derechos humanos, pobreza material… y comienza a llorar incluso en el mes de julio.
Hacer de la “Guelaguetza” rehén de cualquier causa, por legítima que sea, es un crimen cultural, más aún si tomamos en cuenta que Oaxaca vive del turismo.
Nuestra riqueza cultural pareciera indisolublemente ligada a nuestra pobreza material. Necesitamos la imaginación de nuevas generaciones que resuelvan el dilema que haga compatible la prosperidad económica con la preservación y fomento de lo más valioso que podemos tener: ese patrimonio intangible que los lunes del cerro, en su significación, sintetizan.
Oaxaca necesita de todas y de todos. ¿Qué nos hace falta? Concordia. Las organizaciones y los sindicatos no tienen por qué ser enemigas de gobierno ni de los ciudadanos; así como los gobiernos y la ciudadanía no debe ver en organizaciones y sindicatos, hordas de oportunistas que ven solo por intereses de sus “líderes”. Necesitamos poner de pié lo que se ha puesto de cabeza y para ello es necesario aquello que pareciera extraído de una novela de ficción: buena voluntad de todas y todos.
Hoy los vecinos están cada vez más distanciados; las familias más desunidas o de plano desintegradas; los padres de familia pelean contra los profesores; y los profesores entre sí. Las organizaciones sociales compiten entre ellas por el etiquetamiento de los programas gubernamentales y Oaxaca, tan rica culturalmente permanece tan pobre como siempre.
El mes de julio es una inmejorable oportunidad para reflexionar en torno a lo que será la herencia de nuestros niños y de la estafeta que tomarán los jóvenes a la vuelta de la esquina.
Con cada recorrido que hacemos, desde la modestia de nuestra responsabilidad, por el interior del estado, se renueva una esperanza: la esperanza de que Oaxaca es más grande que sus problemas porque Oaxaca es del tamaño de su gente; de esa gente que no deja de esforzarse; que se ocupa de sí misma y de sus familias y además se toma tiempo para intervenir en los asuntos colectivos.
En cada Oaxaqueño consciente de nuestra grandeza como reflejo espiritual, duerme un líder. Hay que despertarlo.
Twitter: @MoisesMolina
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