Quien quiera conocer la verdadera cara de cualquier sistema de partidos, debe voltear la mirada al proceso de selección de sus candidatos a diputados plurinominales. Ahí está el secreto, en los detalles.
Los diputados de mayoría, esos que van a campaña, que dan la cara, que gastan su dinerito, que pierden o ganan en público, que caminan, que cosechan la aceptación o el rechazo; que se llevan a casa cada día de campaña las muestras de afecto, palabras de aliento o bien, los reclamos hasta el exceso de las mentadas de madre; o aquellos que son víctimas del repudio a su partido por excelentes candidatos que sean, son solo una máscara del sistema de partidos.
Los contenidos últimos de la ética política hay que buscarlos en los famosos pluris, esos que se sacan la lotería sin comprar boleto, cuyo trabajo de campaña una vez registrados ante el Consejo General del Instituto Electoral, bien puede ser solamente esperar; no en las personas, en los candidatos, pues; sino en los criterios que subyacen a la designación de tales o cuales nombres.
El de los candidatos plurinominales es, a todas luces un lugar de privilegio. Y no digo que esté mal. Cada quien puede juzgar libremente. Es un privilegio, escribo, que en el espíritu de la ley priista tiene razón de ser.
Me disculpo anticipadamente si abuso de su atención con esta transcripción, que muy pocos de ustedes –amables lectores- conocen. Corresponde precisamente a una de esas leyes priistas: los estatutos. Respecto de las candidaturas plurinominales son claros. Miren ustedes:
“Artículo 194. En los casos de candidatos a puestos de elección popular, por el principio de representación proporcional, el Comité Ejecutivo Nacional presentará a la Comisión Política Permanente la propuesta del listado de propietarios y suplentes para su respectiva sanción.
Al listado se acompañará el expediente de cada uno de los aspirantes para la valoración de los criterios establecidos en el artículo 195 de éstos Estatutos.
Artículo 195. La Comisión Política Permanente del Consejo Político Nacional, vigilará que en la integración de las listas plurinominales nacionales, se respeten los siguientes criterios:
I. Que los candidatos postulados por esta vía, prestigien al Partido;
II. Se valoren los servicios prestados al Partido en elecciones y en los procesos de organización de las mismas;
III. Se seleccionen perfiles profesionales para cubrir las necesidades del trabajo parlamentario, de comisiones y en el debate;
IV. Mantener los equilibrios regionales en función de los votos que se aportan al Partido, cuidando la representación de todas las entidades federativas, en las Cámaras; y
V. Se incluyan las diferentes expresiones del Partido y sus causas sociales.
Las Comisiones Políticas Permanentes en las entidades de la Federación, atenderán criterios análogos en la integración de las listas plurinominales locales”.
Las candidaturas plurinominales son privilegios, sí. Pero no cheques en blanco.
Corresponde al Comité Directivo Estatal ponerle nombre y apellido a los 17 espacios que en Oaxaca exige la ley, sí. Pero bajo reglas claras que hay que cumplir, además de las calidades que el artículo 66 de los mismos estatutos exigen en sus 15 fracciones (dos están derogadas y una aparece como bis).
El cumplimiento de las cinco fracciones arriba transcritas no es indistinto. Todo candidato registrado como plurinominal dígase propietario o suplente, debe cumplirlas todas, no una, ni dos, ni cuatro… todas.
¿Podemos considerar que cumplen los 17 propietarios y los 17 suplentes con lo exigido por los estatutos? No soy ya partidario de consignar nombres en esta columna. En la gran mayoría de los casos son mis amigos y la falta madurez hace que lo tomen personal. Si quieren nombres, revisen la cuenta de twitter de mi amiga @NADIASANABIA
De ustedes queda la tarea de revisar nombre por nombre
Lo que sí podemos hacer es, ahora que tengo frente a mí la controvertida lista, un ejercicio de –si me permiten la expresión- taxonomía. Independientemente de sus nombres y de si cumplen con el artículo transcrito ¿a quienes tenemos en la lista de mi partido, el PRI?
Están los gandallas que se autopropusieron, los que fueron jueces y parte; están quienes incapaces de forjarse un nombre, entraron de la mano de su sombra; están los que ya tienen un nombre, pero que no hubieran entrado de no haber sido pos un gran benefactor; están los que describió Enrique Bunbury en esa estupenda canción cuando dice “que más vale suerte que talento”; están los que se sienten con merecimientos y tal vez los tengan; están los que no sé por qué carajos siguen estando ahí; y la gran mayoría del número 9 hacia el 17 y casi la totalidad de los suplentes que se sienten cándidamente satisfechos y hasta felices de que nuestro partido los haya tomado en cuenta o que lastimosamente y en una clara falta de respeto recibieron de última hora la llamada para completar el expediente por que faltaba por cumplir la cuota de mujeres y de jóvenes.
¿Quién aprueba finalmente estas designaciones? El Comité Directivo Estatal solo propone. Las valida uno de esos órganos partidarios metafísicos, que existe pero nadie lo ve: la Comisión Política Permanente. ¿Ustedes saben cuántos ni quiénes la integran? ¿Cómo, cuándo y dónde fue integrada? Es una asignatura pendiente de democracia interna y de transparencia en la que se debe fijar la atención. No es cosa menor.
De los demás partidos, ¿qué podemos esperar? Ya mi amiga Rosy Ramales dio cuenta de cómo están las cosas en el PRD, donde, según lo visto, los procesos son más opacos y discrecionales. Facciosos, creo que es la palabra correcta. Y en el PAN solo se administra la escuálida caballada. MC, PUP, Nueva Alianza, PSD ¿se los dejo a ustedes?
Concluyo. ¿De qué depende que los candidatos plurinominales sean diputados? Va en función de una complicada fórmula matemática de proporcionalidad pura que involucra distintas variables, que tienen como centro los votos de los electores. Pero en términos llanos puedo decirles que estos candidatos pluris necesitan muchos votos a diputados locales para el PRI en el estado, no importando en qué distritos los obtengan; y necesitan además que se pierdan distritos de mayoría. Entre más votos tenga el PRI en el Estado y más candidatos de mayoría pierdan, más diputados plurinominales tendrá el PRI. Por ello es decisión de ustedes creer en el deseo sincero de aquello que los jerarcas del PRI dijeron en el registro, diez minutos antes de la media noche, ayer jueves 16 de mayo: que el PRI ganará carro completo.
La ley de nuestro sistema de partidos es de hierro, es la ley de las élites, de oligarquías. Si evocan ustedes a Robert Michels, a Vilfredo Pareto, a Gaetano Mosca o a Wright Mills está bien. Ellos describieron hace muchos años lo que en Oaxaca apenas estamos viviendo en su apogeo. Si es grave, ustedes me dirán, lo cierto es que los ciudadanos hacemos muy poco por cambiarlo y en lugar de inundar la vida interna de los partidos políticos, nos alejamos de ellos y nos contentamos con repudiarlos sin, siquiera, generar opinión transformadora al respecto.
La lógica de nuestras élites es ganar. Lo he escrito en otras ocasiones y aquí lo reitero. Nuestras élites ganan, incluso perdiendo; y no se diga a costa de los demás, en este caso, a costa de varios candidatos de mayoría que mandaron –salvo la mejor opinión de ustedes-, sin escrúpulo, al matadero.
viernes, 17 de mayo de 2013
sábado, 11 de mayo de 2013
NO HAY SUJETO SI NO ES REBELDE. (Entre la cólera y la esperanza)
He tratado de juzgar, con la mayor objetividad posible, el video que amablemente me “posteó” Gustavo Rivas en mi muro de facebook, pero he de reconocer, “objetivamente”, que toda objetividad se viene abajo cuando en este tipo de actos está involucrado el Gobierno a través de cualquiera de sus agentes.
Pudiendo escribir la narración pormenorizada del video que ha potenciado la indignación ciudadana, lo resumo en lo siguiente: dos inspectores municipales, haciendo mal su trabajo.
Es condenable la forma tan desaseada en que los dos representantes del municipio de Oaxaca de Juárez levantan un puesto callejero de – al parecer- tacos y fritangas; comienza a ser grave cuando se ve que las encargadas del pequeño negocio son dos humildes mujeres; y se convierte en indignante cuando, en las tomas, aparecen los tacos y la salsa esparcidos por el suelo y una de las mujeres desesperadas, tomando como “arma” uno de los dispensadores de salsa para “atacar” a uno de los inspectores. Es la lucha del ciudadano de a pié contra su gobierno, contra el más próximo que es el municipal. La mujer no siente ira, más bien impotencia. No quiere lastimar al representante de la autoridad. No le avienta el bote. Es altamente significativo que solo lo oprime para vaciar el espeso contenido sobre el cuerpo del inspector al pie de la camioneta a la cual su compañero subía la pequeña mesa a que se reducía el puesto. Incluso jurídicamente la acción de la dama tiene una significación diferente y peculiar.
Para fortuna de las dos mujeres de cuyo lado, visiblemente, se ha puesto la sociedad, el puesto se ubicaba frente al Diario “Noticias” sobre la calle de Los Libres y fue esta la causa de que el suceso se haya convertido en noticia y haya circulado con virulencia por las redes sociales. Fijó agenda por unas horas.
Ante la incontestabilidad de las imágenes, la narración de la reportera y la realidad del trato selectivo al comercio informal por parte del ayuntamiento capitalino, poco se puede argumentar a favor de quienes probablemente solo hacían su trabajo aunque, reitero, trabajo muy mal hecho.
¿Cómo poder argumentar que los inspectores sólo cumplían con su deber cuando recientemente Don Narciso Reyes nos dio cuenta de la estrategia que, desde la Dirección de Ordenamiento Comercial del Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, se orquesta u orquestaba? La estrategia consiste en pedirles a comerciantes ambulantes privilegiados por su pertenencia a ciertas organizaciones “sociales”, coloquen una lona verde como distinción para que al momento de los operativos, no se les moleste.
¿Cómo no indignarse ante la realidad que la reportera narra del robo del dinero a las vendedoras cuya sencillez en el vestir y el hablar es evidente? Me entero que mi amigo Pável López, hoy Diputado Local, las llevó a iniciar procedimiento ante la Defensoría estatal de los Derechos Humanos y que una recomendación a Luis Ugartechea está en proceso. Debe tener consecuencias, aunque las decisiones de dicho órgano no tengan carácter vinculante y sean simples “recomendaciones”. Al decir que se violaron los derechos humanos de las dos mujeres, en el fondo estamos diciendo, lo que en el video se aprecia: se violó su dignidad de seres humanos
¿Qué se hará? ¿Le otorgarán permiso para vender a las hoy célebres propietarias del puesto en un nuevo gesto de privilegio ante la explosiva publicidad del suceso? ¿Despedirán a los inspectores? ¿Conservarán su empleo en el municipio pero ya sin ser inspectores? ¿Habrá un pronunciamiento público grandilocuente por parte del Presidente Municipal o algún funcionario menor aislando el caso y refiriéndose a una política pública para todos los comerciantes que se encuentren en esta situación, que son cientos?
Imposible complacer a todos quienes tienen una opinión respecto a esto. Pero ante la incapacidad o falta de voluntad evidente del ayuntamiento por cumplir simple y llanamente la ley, el asunto –como ejemplos sobran- terminará por ahogarse en el olvido en unos días.
Mientras, los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, brindaron una nueva salida al descontento ciudadano ya casi connatural con su autoridad. Difícilmente puede ser de otro modo en la “modernidad”. La protesta social no es tanto a favor –sin que deje de serlo- de las vendedoras, como en contra de la autoridad, del poder. “No hay sujeto si no es rebelde, dividido entre la cólera y la esperanza” escribe elocuentemente Alain Touraine, y amplía con rigor científico sobre el tema:
“Actualmente nuestra moral es cada vez menos social. Recela cada vez más de las leyes de la sociedad, de los discursos del poder… Esta imagen del individuo se nos presenta de manera creciente como la de un ser humano que se afirma como un ser de derechos, derecho, ante todo, de ser un individuo … ser humano dotado de sus derechos cívicos, de sus derechos sociales…” (Un nuevo paradigma para entender el mundo de hoy. Ed. Paidos. Pp. 129 , 134)
No sé, si a la hora de redactar estas líneas, las vendedoras regresaron a su puesto en la calle de “Los Libres”, ni si los inspectores han sido cesados. Ambos son, sin embargo, lo menos importante de nuestro real problema: la ausencia de vocación de servicio en la mayoría de nuestros empleados gubernamentales. Las autoridades de primer orden no solo se han alejado de los gobernados, la distancia alcanzó también a los empleados operativos que no trabajan para un gobierno como elemento del Estado con su teleología. No trabajan para conseguir un fin que la Teoría del Estad llama “Bien Público Temporal”, trabajan para ellos mismos, a su criterio, a su saber y entender. Algunos entienden de normas, de procedimientos, pero nadie les infunde conciencia de la regla más importante: los gobernados no somos siervos , ni los gobernantes señores feudales.
lunes, 6 de mayo de 2013
“YOU ARE THE DREAM… YOU ARE THE DREAM”
Era común en los concursos de oratoria –seguramente lo sigue siendo- la (mucha veces) desleal práctica de memorizar extensas citas prosadas o fragmentos de poesías para ganarle mañosamente la batalla al tiempo. Cuando el orador no era capaz de ocupar la integridad del tiempo requerido con su puntual conocimiento del tema, echaba mano, muchas veces por orden directa de su “asesor”, de estos “mosaicos”, a veces, indiscriminadamente de suerte que al final, los discursos resultaban un “medley” de recitaciones.
Uno de los “mosaicos” favoritos de muchos de mis contemporáneos y de más antes era el siguiente:
“Eras tú, y a tus pies cayendo al verte:
—Padre, te murmuré, quiero ser fuerte:
dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tú, firme y sereno;
quiero ser como tú, paciente y bueno;
quiero ser como tú, nieve y montaña.
Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre!
Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!
Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!
Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!”
Correspondía a un texto de Amado Nervo pronunciado en la Cámara de Diputados el 19 de julio de 1902, en el marco, desde luego, del aniversario luctuoso de Benito Juárez. Por su sonoridad y grandilocuencia, con este “mosaico”, decenas de oradores cerraban sus discursos, indistintamente del tema a improvisar.
La pieza se llama “La Raza de Bronce” la misma que aludió el Presidente Obama en su discurso, cuando dijo a la juventud de Méxco el pasado 3 de mayo en el Museo Nacional de Antropología e Historia, “Tú eres el sueño, tú eres el sueño”.
¿Por cuántas manos o mejor dicho cuántas mentes tuvo que pasar ese discurso de Obama? Fue sin duda el más cuidado de su gira, el más pulcro, el más “trabajado”. Es una pieza de antología, donde cada párrafo da para un análisis completo.
¿Por qué quiso Obama hablar a la juventud? Habló sólo ante unos cientos de jóvenes mexicanos ahí reunidos, pero el mensaje iba para todos los jóvenes del país, al menos para la totalidad de la clase media. Como en su pasada visita a Israel, desdeñó a la clase política y puso en su lugar a la juventud para entregar su mensaje. Elocuente gesto que no admite muchas interpretaciones. La semilla de la esperanza de la que es portador, como jefe de la nación aún más poderosa del mundo, no puede encontrar terreno más fértil.
Obama deja en claro que le preocupa y ocupa la imagen de los Estados Unidos en el exterior. En el mundo actual en que –a decir de Alain Touraine- “el lenguaje de la economía, es sustituido por el lenguaje de la guerra” esa nación es el centro. En es choque de civilizaciones preconizado por Huntington, “América”, como le llaman sus moradores, se erige en paladín del bien, contra el mundo islámico.
El discurso de Obama fue como tenía que ser ante los jóvenes; con una buena dosis de seducción. México tiene una composición social semejante a la que hizo posible el triunfo del liberalismo de Juárez, Ramírez, Prieto, Ocampo y aquella pléyade; y las clases medias ilustradas se dejaron seducir hoy por un discurso que ninguno de sus políticos locales se ha atrevido a desplegar; un discurso que no se entrega a la retórica, pero tampoco –como desde hace tiempo tenemos por costumbre en México- se desdeña.
Su mensaje lo dejó a los jóvenes para que lo oyera la clase política. No fue una inocente reunión de unos cuantos jóvenes aborregados para escuchar a Obama. Hay mucho más que eso de fondo. Los jóvenes son presente. Ese fue el mensaje principal de Obama, de no serlo así ¿Para qué buscar hablarles… convencerles?
Habló con pertinencia de “la modernidad” y ¿cómo no convencer de su tesis si invoca a uno de nuestros grandes?
Parafraseó a Octavio Paz para decir que la modernidad no está fuera, sino dentro de nosotros; que “Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer.”.
Algunas encuestas circularon antes de su llegada. Los mexicanos, según las publicaciones, no tenemos, en términos generales, una opinión desfavorable de EUA ni de su presidente. Después de ese discurso, aunque hayan sido solo palabras, esta tendencia se refuerza y las simpatía por Obama crecen.
Antes que en México, en Estados Unidos, saben que el futuro inmediato de nuestro país está en la clase media y que la movilidad social hace posible que cada vez más jóvenes se incorporen a esta.
Tal vez, a raíz de esto, tengamos a partir de ahora, al Presdente Peña Nieto, buscando encuentros más frecuentes con los jóvenes de México; con quienes lo vemos ya como un aliado y líder indiscutible y con quienes se empeñan en negarle su reconocimiento como el principal líder político para la transformación de México.
Uno de los “mosaicos” favoritos de muchos de mis contemporáneos y de más antes era el siguiente:
“Eras tú, y a tus pies cayendo al verte:
—Padre, te murmuré, quiero ser fuerte:
dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tú, firme y sereno;
quiero ser como tú, paciente y bueno;
quiero ser como tú, nieve y montaña.
Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre!
Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!
Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!
Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!”
Correspondía a un texto de Amado Nervo pronunciado en la Cámara de Diputados el 19 de julio de 1902, en el marco, desde luego, del aniversario luctuoso de Benito Juárez. Por su sonoridad y grandilocuencia, con este “mosaico”, decenas de oradores cerraban sus discursos, indistintamente del tema a improvisar.
La pieza se llama “La Raza de Bronce” la misma que aludió el Presidente Obama en su discurso, cuando dijo a la juventud de Méxco el pasado 3 de mayo en el Museo Nacional de Antropología e Historia, “Tú eres el sueño, tú eres el sueño”.
¿Por cuántas manos o mejor dicho cuántas mentes tuvo que pasar ese discurso de Obama? Fue sin duda el más cuidado de su gira, el más pulcro, el más “trabajado”. Es una pieza de antología, donde cada párrafo da para un análisis completo.
¿Por qué quiso Obama hablar a la juventud? Habló sólo ante unos cientos de jóvenes mexicanos ahí reunidos, pero el mensaje iba para todos los jóvenes del país, al menos para la totalidad de la clase media. Como en su pasada visita a Israel, desdeñó a la clase política y puso en su lugar a la juventud para entregar su mensaje. Elocuente gesto que no admite muchas interpretaciones. La semilla de la esperanza de la que es portador, como jefe de la nación aún más poderosa del mundo, no puede encontrar terreno más fértil.
Obama deja en claro que le preocupa y ocupa la imagen de los Estados Unidos en el exterior. En el mundo actual en que –a decir de Alain Touraine- “el lenguaje de la economía, es sustituido por el lenguaje de la guerra” esa nación es el centro. En es choque de civilizaciones preconizado por Huntington, “América”, como le llaman sus moradores, se erige en paladín del bien, contra el mundo islámico.
El discurso de Obama fue como tenía que ser ante los jóvenes; con una buena dosis de seducción. México tiene una composición social semejante a la que hizo posible el triunfo del liberalismo de Juárez, Ramírez, Prieto, Ocampo y aquella pléyade; y las clases medias ilustradas se dejaron seducir hoy por un discurso que ninguno de sus políticos locales se ha atrevido a desplegar; un discurso que no se entrega a la retórica, pero tampoco –como desde hace tiempo tenemos por costumbre en México- se desdeña.
Su mensaje lo dejó a los jóvenes para que lo oyera la clase política. No fue una inocente reunión de unos cuantos jóvenes aborregados para escuchar a Obama. Hay mucho más que eso de fondo. Los jóvenes son presente. Ese fue el mensaje principal de Obama, de no serlo así ¿Para qué buscar hablarles… convencerles?
Habló con pertinencia de “la modernidad” y ¿cómo no convencer de su tesis si invoca a uno de nuestros grandes?
Parafraseó a Octavio Paz para decir que la modernidad no está fuera, sino dentro de nosotros; que “Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer.”.
Algunas encuestas circularon antes de su llegada. Los mexicanos, según las publicaciones, no tenemos, en términos generales, una opinión desfavorable de EUA ni de su presidente. Después de ese discurso, aunque hayan sido solo palabras, esta tendencia se refuerza y las simpatía por Obama crecen.
Antes que en México, en Estados Unidos, saben que el futuro inmediato de nuestro país está en la clase media y que la movilidad social hace posible que cada vez más jóvenes se incorporen a esta.
Tal vez, a raíz de esto, tengamos a partir de ahora, al Presdente Peña Nieto, buscando encuentros más frecuentes con los jóvenes de México; con quienes lo vemos ya como un aliado y líder indiscutible y con quienes se empeñan en negarle su reconocimiento como el principal líder político para la transformación de México.
viernes, 26 de abril de 2013
PACTO POR OAXACA
El 25 de abril Guadalupe Loaeza escribió desde su cuenta de twitter: “Hace unas horas llegue a París, la ciudad mas bella del mundo después de Oaxaca”. Al margen de los méritos que muchos le niegan como escritora, Doña Guadalupe es innegablemente una celebridad y un referente de nuestras letras, al menos, en un focalizado círculo de lectores.
Suponiendo sin conceder que no conozca el oficio de escribir, sí conoce el ministerio de viajar. Siempre viajera –que no turista- Loaeza es autoridad en este tipo de opiniones.
Y es que Oaxaca tiene magia. Esa suerte de encanto que hace posible algo tan difícil como que sus moradores de toda la vida, reconozcamos cotidianamente su belleza y excepcionalidad. Pocos gentilicios como el de “Oaxaqueño” mueven a tanto orgullo cuando de invocar arte, cultura, tradiciones e historia se trata.
Los capitalinos somos poseedores de un doble orgullo. Nos enorgullece nuestro estado y ese afán se particulariza cuando pensamos en nuestra ciudad. 481 años, cumplidos el 25 de abril, encierran más que una sucesión de acontecimientos; hablan de su grandeza.
Más allá de la obligada y desgastada jerga de políticos nitos y avecindados, el orgullo oaxaqueño existe al exceso de justificar etnocentrismo. Oaxaca, a diferencia de otras ciudades, existe en el mapa del mundo; es socorrida año con año por visitantes ávidos de experiencias que no brindan las atmósferas de otras latitudes. El turista viene a Oaxaca a buscar encanto, magia, hechizo y regresa a casa satisfecho en la mayoría de los casos.
Parecieran no importar las desgracias, las desdichas, los atropellos, las ofensas, los agravios, ni las heridas sistemáticamente infringidas por gobernantes y ciudadanos; por individuos y organizaciones sociales. No importa que se la vea convertida en campo de batalla o en hoguera interminable; ni que se revele rehén de intereses egoístas que, más allá de su imagen o su economía, deterioran temporalmente su nombre. Oaxaca renace, se rehace, triunfa de nosotros mismos, de sus huéspedes: los primeros obligados a cuidarla y honrarla.
Por momentos convertida en la ciudad de la furia, en campamento “revolucionario”, en sitio de guerra o en una babel donde no nos entendemos; en galería de graffiti o “marchódromo”, siempre noble, siempre estoica, nos regala una lección, siempre la misma aún no comprendida por la mayoría de reincidentes.
Oaxaca es más grande que nosotros, que sus ciudadanos, que sus sectores económicos, y por supuesto, que sus gobernantes.
Oaxaca es más que un pastel a repartir en rebanadas de cabildo y mucho más que números en una lista que alguien dio en llamar “nominal”. El pulpo camionero, el ambulantaje, la privatización de facto de parques y jardines, las vialidades heridas, el crecimiento desordenado, la falta de servicios, los cholos y las pandillas sí importan, pero no importan.
Los oaxaqueños en nuestra intimidad estamos orgullosos de serlo y no perdemos ocasión de presumirlo ante los extraños.
Oaxaca seduce, llena el ojo y también el oído, el gusto y el olfato. Es una tersa flor de suave aroma, rebanada de júbilo, estampa sin edad ¿Qué hemos hecho sus hijos para merecerla así? Una pregunta en cuya respuesta, probablemente duerma un buen regalo.
Esa y ninguna otra motivación,sería la base de un buen pacto por Oaxaca
Felicidades Oaxaca…
moisesmolinar@hotmail.com
viernes, 19 de abril de 2013
A LOS UNIVERSITARIOS
El martes pasado pude asistir al curso sobre agenda mediática y opinión pública organizado por el Instituto de Capacitación y Desarrollo Político (ICADEP) A.C del PRI.
Es triste que solo quien conoce a profundidad este noble organismo especializado, pueda ubicar en su exacta dimensión el papel de la capacitación para la actividad política.
Yo que tuve la inmejorable oportunidad de presidir su consejo directivo en Oaxaca doy fe de ello.
Roy Campos, Miriam Bahena y el oaxaqueño Carlos Ramírez ocuparon las ponencias centrales y entre variadas y muy reveladoras conclusiones destaco, para efectos de la presente entrega, aquella que se refiere a la composición actual del electorado.
Es algo sobre lo que he insistido hasta el cansancio. Pareciera que los estrategas electorales de todos los partidos deciden con una venda en los ojos. Andan a ciegas y son tentados por las ocurrencias ante las que terminan por sucumbir.
Una de las primeras certezas de que toda estrategia electoral debe partir, independientemente de las tácticas, la da la propia lista nominal. No es que no la consulten; la ignoran olímpicamente.
Al 12 de abril de este año el 42 por ciento de la lista nominal la integran jóvenes cuya edad oscila entre los 18 y los 34 años. Debían ser prioridad, desde las candidaturas. La realidad es otra; la que todos conocemos.
Aunque en México no tienen aún papel preponderante, las redes sociales nos dicen mucho de cuanto este “target” percibe. La política se mueve, es en buena medida, en el mundo de las percepciones y las campañas electorales son absolutamente asunto de percepción.
Los jóvenes no leen periódicos, ni escuchan o ven noticieros. El twitter y el facebook son inundadas a cada instante de opiniones de jóvenes que reflejan cómo ven, cómo perciben la realidad. Desgraciadamente tratándose de política el peso específico de dichos juicios es ínfimo. Los jóvenes que colman las redes sociales siguen preponderantemente a los artistas y a las estrellas del deporte, sin embargo, como el mismo Roy Campos afirmó con respaldo estadístico: “ Si se hiciera una campaña a través de Twitter, se llegaría a un 82 por ciento de universitarios”.
¿Quién si no los jóvenes universitarios están llamados a ser líderes de opinión más allá de las redes sociales? ¿Quién si no los universitarios deben tomar conciencia de la alta responsabilidad social (que pasa por la política) que deben asumir en su comunidad? Ahí radica el despertar de conciencias y la solución de los males que a diario nos aquejan, incluidos los electorales; los de procesos internos con su selección de candidatos y sus precampañas. Son los universitarios quienes deben entrar a fondo en estos asuntos para poder guiar a los electores, si las dirigencias y las cúpulas de los partidos no se quieren dejar guiar.
Hay una alternancia y una transición mucho más importante que la de los simples partidos. Esa ya demostró en Oaxaca que no sirve absolutamente de nada. El cambio de unas siglas por otras han llevado a la gente al extremo de la opinión:
Estábamos mejor cuando estábamos peor.
Esa transición superior y de valía tiene que ver con las generaciones. Sin necesidad de ruptura, el entreveramiento tampoco se dará por concesión graciosa. Como en el caso de las mujeres, tiene que detonarse a instancia de los mismos jóvenes. ¿Quiénes hicieron posible el movimiento de los “indignados”? ¿Quiénes dieron forma a la “primavera árabe”?
Pero ¿qué pasa en Oaxaca, a diferencia de otros estados del país? Los jóvenes son incapaces de construir un proyecto al margen de las vacas sagradas; y no es asunto enteramente de dinero. Los jóvenes con algún talento que les hace sobresalir entre los demás son reclutados (en el mejor de los casos) por “cabezas” de grupos que, por supuesto, ya no son jóvenes y tienen como único interés, obtener, conservar, recuperar o acrecentar privilegios, estatus político, presencia, renombre… poder.
He llegado a pensar, a sabiendas que sociólogos me reprenderán al instante, que el egocentrismo es una cuestión genética del oaxaqueño, más aún del joven. Nunca, desde que tengo uso de razón, se ha podido construir un proyecto en torno a un vértice, a un joven que abra camino para el paso de los demás. Con la complacencia de “los viejos”, los jóvenes permanecen divididos al extremo del encono. Así, cada joven termina “rascándose con sus propias uñas”. No hay solidaridad, porque no hay inteligencia, estrategia, visión a mediano y largo plazo. Nuestra juventud se ahoga en el cortoplacismo. La inmediatez que va de la mano de la impaciencia es el mal de los jóvenes de nuestro tiempo y quien sabe cuánto tiempo seguirá siendo así. Pareciera que tenga que ser un “viejo” suficientemente empoderado el que tome la iniciativa y ponga orden en beneficio real de las nuevas generaciones. Los jóvenes no pueden hacerlo por sí mismos.
Un movimiento juvenil tendría que comenzar al margen de los partidos, aunque sus integrantes tuviesen filiaciones partidistas definidas. Antes de mover a los jóvenes a votar por el PRI o por los demás partidos, se les tiene que mover simple y sencillamente a votar. Convencerlos del poder del voto agregado. Un voto no vale más que uno, pero sin la unidad como principio, no se pueden construir las mayorías.
Si ha quedado demostrado que las organizaciones juveniles de los partidos son solo membretes por la ineficacia de los esfuerzos dispersos, se tienen que abrazar otros caminos. Y esos caminos los habrán de trazar los jóvenes universitarios ajenos a la perversidad y desprendidos de la inmediatez.
Suena imposible, pero argumento con una frase muy socorrida en las redes sociales: “Imposible es aquello que no se intenta”
moisesmolinar@hotmail.com
Twitter: @MoisesMolina
Es triste que solo quien conoce a profundidad este noble organismo especializado, pueda ubicar en su exacta dimensión el papel de la capacitación para la actividad política.
Yo que tuve la inmejorable oportunidad de presidir su consejo directivo en Oaxaca doy fe de ello.
Roy Campos, Miriam Bahena y el oaxaqueño Carlos Ramírez ocuparon las ponencias centrales y entre variadas y muy reveladoras conclusiones destaco, para efectos de la presente entrega, aquella que se refiere a la composición actual del electorado.
Es algo sobre lo que he insistido hasta el cansancio. Pareciera que los estrategas electorales de todos los partidos deciden con una venda en los ojos. Andan a ciegas y son tentados por las ocurrencias ante las que terminan por sucumbir.
Una de las primeras certezas de que toda estrategia electoral debe partir, independientemente de las tácticas, la da la propia lista nominal. No es que no la consulten; la ignoran olímpicamente.
Al 12 de abril de este año el 42 por ciento de la lista nominal la integran jóvenes cuya edad oscila entre los 18 y los 34 años. Debían ser prioridad, desde las candidaturas. La realidad es otra; la que todos conocemos.
Aunque en México no tienen aún papel preponderante, las redes sociales nos dicen mucho de cuanto este “target” percibe. La política se mueve, es en buena medida, en el mundo de las percepciones y las campañas electorales son absolutamente asunto de percepción.
Los jóvenes no leen periódicos, ni escuchan o ven noticieros. El twitter y el facebook son inundadas a cada instante de opiniones de jóvenes que reflejan cómo ven, cómo perciben la realidad. Desgraciadamente tratándose de política el peso específico de dichos juicios es ínfimo. Los jóvenes que colman las redes sociales siguen preponderantemente a los artistas y a las estrellas del deporte, sin embargo, como el mismo Roy Campos afirmó con respaldo estadístico: “ Si se hiciera una campaña a través de Twitter, se llegaría a un 82 por ciento de universitarios”.
¿Quién si no los jóvenes universitarios están llamados a ser líderes de opinión más allá de las redes sociales? ¿Quién si no los universitarios deben tomar conciencia de la alta responsabilidad social (que pasa por la política) que deben asumir en su comunidad? Ahí radica el despertar de conciencias y la solución de los males que a diario nos aquejan, incluidos los electorales; los de procesos internos con su selección de candidatos y sus precampañas. Son los universitarios quienes deben entrar a fondo en estos asuntos para poder guiar a los electores, si las dirigencias y las cúpulas de los partidos no se quieren dejar guiar.
Hay una alternancia y una transición mucho más importante que la de los simples partidos. Esa ya demostró en Oaxaca que no sirve absolutamente de nada. El cambio de unas siglas por otras han llevado a la gente al extremo de la opinión:
Estábamos mejor cuando estábamos peor.
Esa transición superior y de valía tiene que ver con las generaciones. Sin necesidad de ruptura, el entreveramiento tampoco se dará por concesión graciosa. Como en el caso de las mujeres, tiene que detonarse a instancia de los mismos jóvenes. ¿Quiénes hicieron posible el movimiento de los “indignados”? ¿Quiénes dieron forma a la “primavera árabe”?
Pero ¿qué pasa en Oaxaca, a diferencia de otros estados del país? Los jóvenes son incapaces de construir un proyecto al margen de las vacas sagradas; y no es asunto enteramente de dinero. Los jóvenes con algún talento que les hace sobresalir entre los demás son reclutados (en el mejor de los casos) por “cabezas” de grupos que, por supuesto, ya no son jóvenes y tienen como único interés, obtener, conservar, recuperar o acrecentar privilegios, estatus político, presencia, renombre… poder.
He llegado a pensar, a sabiendas que sociólogos me reprenderán al instante, que el egocentrismo es una cuestión genética del oaxaqueño, más aún del joven. Nunca, desde que tengo uso de razón, se ha podido construir un proyecto en torno a un vértice, a un joven que abra camino para el paso de los demás. Con la complacencia de “los viejos”, los jóvenes permanecen divididos al extremo del encono. Así, cada joven termina “rascándose con sus propias uñas”. No hay solidaridad, porque no hay inteligencia, estrategia, visión a mediano y largo plazo. Nuestra juventud se ahoga en el cortoplacismo. La inmediatez que va de la mano de la impaciencia es el mal de los jóvenes de nuestro tiempo y quien sabe cuánto tiempo seguirá siendo así. Pareciera que tenga que ser un “viejo” suficientemente empoderado el que tome la iniciativa y ponga orden en beneficio real de las nuevas generaciones. Los jóvenes no pueden hacerlo por sí mismos.
Un movimiento juvenil tendría que comenzar al margen de los partidos, aunque sus integrantes tuviesen filiaciones partidistas definidas. Antes de mover a los jóvenes a votar por el PRI o por los demás partidos, se les tiene que mover simple y sencillamente a votar. Convencerlos del poder del voto agregado. Un voto no vale más que uno, pero sin la unidad como principio, no se pueden construir las mayorías.
Si ha quedado demostrado que las organizaciones juveniles de los partidos son solo membretes por la ineficacia de los esfuerzos dispersos, se tienen que abrazar otros caminos. Y esos caminos los habrán de trazar los jóvenes universitarios ajenos a la perversidad y desprendidos de la inmediatez.
Suena imposible, pero argumento con una frase muy socorrida en las redes sociales: “Imposible es aquello que no se intenta”
moisesmolinar@hotmail.com
Twitter: @MoisesMolina
sábado, 13 de abril de 2013
¿POR QUÉ EN EL PRI ESTAMOS COMO ESTAMOS?
Triste que la unidad en el PRI se haya perdido con la pérdida del gobierno en Oaxaca. La vida partidista había tenido siempre un solo factor de cohesión, uno solo: el gobernador priista del estado, tuviéramos o no Presidente de la República priista.
Cuando el Presidente era -como ahora- priista, el gobernador se erigía en su vicario, un administrador de las decisiones políticas que tenían su vértice en los despachos presidenciales; y cuando no lo había, como auténticos virreyes, los mandatarios locales priistas, asumían el monopolio de las decisiones político-partidistas en relación con el PRI.
Cuando Gabino Cué asumió el cargo, al PRI oaxaqueño le pasó lo peor que le puede pasar a un partido. Se quedó en la orfandad. Sin Presidente ni gobernador priista, se reconoció en su verdadera naturaleza: la de un partido disperso, desordenado, indisciplinado y profundamente antidemocrático. Pasó a evidenciarlo de la noche a la mañana, porque de la noche a la mañana se quedó sin gobernador, sin líder. Esto pasa cuando el liderazgo se hace descansar en el poder y no en el carisma, en la razón del convencimiento.
Frente a la voz del gobernador priista, siempre habían muchos susurros priistas divergentes. Opiniones contrarias que se reservaban al espacio privado, pero sin consecuencias siquiera mínimas. El gobernador siempre imponía sus decisiones y la disciplina partidaria terminó por confundirse con la incontestabilidad a las decisiones del único que mandaba.
Nunca había debate, confrontación de ideas ni proyectos, contraste de visiones que es la base de la democracia. Siempre una profunda intolerancia, un monólogo donde el gobernador proponía y disponía, solo aconsejado (bien o mal) por unos pocos que, en el último sexenio priista en Oaxaca, fueron estigmatizados como “la burbuja”.
Pero no pasaba nada. El priismo vivía cómodo, conforme. Una de las principales reglas no escritas era el exilio del gobernador saliente, para que el entrante ejerciera absolutamente el poder dentro de las estructuras del partido. Se conservaban los equilibrios. La clase política oaxaqueña, solo sufría reacomodos, en muy pocas ocasiones, “despidos” o “jubilaciones” lo mismo en el nivel municipal.
A mi generación le ha tocado vivir la peor etapa del PRI oaxaqueño. Los excesos que con gloria cuentan los apologetas del pasado, son para nosotros referencias difíciles de comprender. EL PRI de Echeverría, de Díaz Ordaz, de López Portillo que con tanta gloria recuerdan algunos, para nosotros es historia, casi mito. No los vivimos y nos cuesta creerlo.
Nos cuesta trabajo creer que alguna vez el PRI fue un paraíso para sus militantes. Una agencia de colocaciones donde, con muchos menos méritos que ahora, se abrían aunque fuera por concesión graciosa y con el solo criterio de la simpatía, las puertas de los cargos de representación popular y de gobierno a jóvenes que en el pasado reciente han sido gobernadores y parlamentarios de carrera.
A mi generación le está tocando caminar sobre los escombros de un PRI que nosotros no destruimos; pagando culpas que no nos corresponden; asumiendo responsabilidades producto de las decisiones y las prácticas de la generación que no se quiere acabar de ir. Cada vez son menos los jóvenes que quieren ser priistas y cada vez más quienes caminar por la acera de enfrente de la política. Y los pocos que ingresan, lo hacen bajo criterios de interés y egoísmo. Hace mucho que dejó de pensarse a la política como oportunidad para el servicio. Se entra a la política y al PRI para ser diputado o presidente municipal o regidor o funcionario. Se busca hoy un tesoro debajo de los escombros. No es menester volver a poner en pie la casa; basta con hacer un lado los escombros que ocultan los tesoros.
Los procesos internos son esto precisamente. En su conducción no cambia, sino una cosa: que no tenemos gobernador. Corrimos ese riesgo y estamos pagando las consecuencias de atar a un cargo todo el liderazgo. No hay cargo y no hay poder humano que ponga orden. Todos los aspirantes a un cargo (hoy a diputados y presidentes municipales) remueven el cascajo buscando el tan anhelado tesoro de la candidatura y cuando alguien lo encuentra, recibe el recelo y hasta deseo de fracaso por parte de los demás. Dejan las ruinas de lo que fue una casa, exactamente como estaban y la abandonan para no seguirse ensuciando.
Unidad, no se puede pedir. No de la noche a la mañana. Todos quienes se inconforman tienen sus razones. Sean válidas o no, son respetables. Todos quienes compiten se sienten con merecimientos. Quienes pierden se sienten agraviados; quienes ganan quedan en zozobra y frustración por no poder concitar el apoyo sincero y decidido de sus competidores.
Al final, no se piensa en el partido. El PRI ha devenido en una entelequia, en un mero apelativo útil solo para periodistas y opinólogos. La palabra “PRI” le dice más y le representa más utilidad a nuestros detractores que a los priistas. Sin una figura investida de poder que contenga las inconformidades, el PRI se ha convertido en muro de lamentos donde cada quien tiene sus propios culpables.
No es una casualidad que los procesos internos del PRI para elegir candidatos sean los que más expectativa despierten. El PRI es el único partido que tiene una amplia base de ciudadanos conscientes –cada quien a su modo- de su “militancia”. Hoy no hay quien coarte aspiraciones. Pudo inscribirse al proceso interno quien quiso. Se dejó suelto; se repartieron llaves para los “candados”. No hay partido, por mucho, que haya registrado un número de precandidatos como los que registró el PRI. En ese rubro, la coalición no nos gana.
¿Cuál es el resultado? La candidatura ya parece una victoria, cuando no se trata de tener candidatos, sino de tener diputados y presidentes municipales. Ello no lo ven así algunos y algunas que se sienten satisfechos y satisfechas, al extremo del pensamiento en voz alta, con haber “ganado” la candidatura.
¿Cómo llegará el PRI al 7 de julio? No lo sabemos, pero todos deben hacer un examen de conciencia comenzando por todos los que compitieron en el proceso interno. Deben cuestionarse profundamente sobre las razones que les están llevando a apoyar a candidatos contrarios o a la inacción.
La competencia apenas viene. Los candidatos no son triunfadores. No han ganado absolutamente nada. Más aún cuando se tiene, como está visto con las grabaciones recientemente filtradas, al aparato gubernamental haciendo lo suyo.
Si la principal competencia en el PRI sigue siendo contra sí mismo, afuera habrá muy pocas posibilidades de triunfo. Con nuestro pobrísimo nivel de cultura política y nuestro desproporcionado egoísmo las competencias entre hermanos, no pueden traernos más que agravios. Perdedores que no saben perder, en buena medida porque los ganadores no saben ganar.
viernes, 5 de abril de 2013
GRACIAS AQUILES
“El caballero de la política”. Creo que fue Rosy Ramales quien comenzó a llamarle así. Caso contrario, la misma Rosy me desmentirá.
No hace falta ser dama para saber que eso era en verdad Aquiles López Sosa, de quien hoy casi nadie se acuerda. Al inicio de la semana se cumplió un aniversario más de su muerte. Bien dicen que la política es oficio ingrato y lo es más aún para quien lo ejerce con limpieza y corrección. Aquiles es un botón de muestra. Más allá de lo prematuro de su partida, le han olvidado, incluso, quienes trataron directamente con él y hasta quienes fueron por él favorecidos en algún sentido. Si la lealtad es un valor en extinción, no podemos esperar que la gratitud no lo sea.
Al político solo se le tiene presente cuando brilla. Si brilla con luz propia o irradiado por otra luz no importa.
Cuando desaparece de los periódicos y los noticieros, desaparece también de la mente y –si logra un lugar- también del corazón. La mayoría de los políticos se subyugan a la tiranía de los medios, no dejan de ser aprendices, cortos, pedestres. Existir es, para ellos, sinónimo de “aparecer”. La ausencia publicitaria es entendida como la muerte política, cuando la formación, las acciones y el trato, triunfan sobre la muerte física.
Aquiles fue, para muchos, ejemplo. Más que de una trayectoria, ejemplo de vida. La sencillez indisoluble al carisma le acompañaron y su buena estrella le llevó a altas responsabilidades. No se mareó, no perdió piso. El don de la ubicuidad le fue dado. Ayudaba y se dejaba ayudar. Tuvo enemigos, lo escogieron; que yo supiera él nunca escogió a nadie para tan innoble calidad.
Aquiles prodigaba ayuda hasta las márgenes del desinterés. Extendía la mano incluso a desconocidos. Soy una prueba viviente de ello. Muy pocos saben que de no haber sido por él, mi segunda carrera se hubiese quedado en un sueño. Sabás Cruz me llevó ante él. No hubo más trámite que mi presencia y su voluntad. Me deseó suerte y cuando, al cabo de un semestre le presenté mis calificaciones y un diploma como el mejor promedio pude, conmovido, ver en sus ojos, la satisfacción de la generosidad cuando da frutos, de la confianza cuando es correspondida.
A partir de ahí nos hicimos amigos.
En el camino de la política, quien la ejerce deviene de facto en coleccionista de anécdotas. Las que más valen son las que se convierten en lecciones. Era marzo del año 2000. El Certamen Nacional de Oratoria con el que cada año el H. Congreso del Estado conmemoraba el natalicio del benemérito, se llevaba a cabo en su antigua sede frente al “llano” sobre la Avenida Juárez de nuestra capital.
El desaforo se había entronizado para entonces en los concursos de esa naturaleza. Durante la competencia solo los concursantes, unos cuantos familiares y amigos y el jurado. En aquella ocasión no llegábamos a 50 personas. En las butacas, a unas filas de los participante, el presidente de la entonces Gran Comisión. Solo, atento, expectante; como aprendiendo algo que faltaba en su formación Aquiles contrastaba en aquel cuadro. Se retiraba a su oficina solo a atender asuntos de urgencia y regresaba con la misma actitud de un alumno deseoso de aprender más. No lo podía ocultar. Estaba fascinado escuchando a los jóvenes que de otros estados venían a dar cátedra del arte de hablar en público.
Quizás es lo que yo quiero creer, pero a partir de entonces Aquiles para mí, no fue el mismo ante un micrófono. Dejó de hablar para empezar a transmitir. Transmitía más que ideas vueltas palabras. Quienes con atención le escucharon posterior a esa fecha, no me dejarán mentir.
Fue un político fuera de lugar en un entorno donde el desprecio por los que hablan es común aunque, habré de decir, no total, generalizado. No dejó que ningún complejo le dominara. Con humildad me enseñó en aquella ocasión, que nunca estaba dispuesto a dejar de aprender.
Nos premió esa misma tarde y se premió a sí mismo.
Si hubiera sido o no el candidato a gobernador años después, no podemos decirlo irresponsablemente. Lo que sí podemos decir es que hubiese sido un extraordinario candidato.
En los días previos a la definición lo tuve frente a mí en la oficina del gobernador. Solos en la pequeña oficina adjunta al Secretario Particular le percibí desanimado. No le dije más que lo que se le puede decir en momentos así a un amigo querido y admirado. Mi gratitud se reflejó en esperanza, en ánimo, en aliento. Lo único que supe después de aquella noche es que su “passat” había volcado en la supercarretera. Fue todo.
Cuando veo o se de Hugo, de Juan de Dios o del Dr. Delfino, Aquiles viene a mi mente en un acto reflejo; cuando camino por el llano; cuando tengo noticia del concurso de cada marzo; cuando veo el traje de aquel certamen que aún conservo.
Alguien dijo que los hombres no mueren mientras viven en las mentes de otros hombres y, aún a pesar de ser unos pocos, Aquiles tiene, no solo en nuestras mente, sino en aquel lugar donde, como ahora, no caben y se escapan por los ojos las emociones, la patente de la inmortalidad.
Gracias Aquiles!!!
moisesmolinar@hotmail.com
No hace falta ser dama para saber que eso era en verdad Aquiles López Sosa, de quien hoy casi nadie se acuerda. Al inicio de la semana se cumplió un aniversario más de su muerte. Bien dicen que la política es oficio ingrato y lo es más aún para quien lo ejerce con limpieza y corrección. Aquiles es un botón de muestra. Más allá de lo prematuro de su partida, le han olvidado, incluso, quienes trataron directamente con él y hasta quienes fueron por él favorecidos en algún sentido. Si la lealtad es un valor en extinción, no podemos esperar que la gratitud no lo sea.
Al político solo se le tiene presente cuando brilla. Si brilla con luz propia o irradiado por otra luz no importa.
Cuando desaparece de los periódicos y los noticieros, desaparece también de la mente y –si logra un lugar- también del corazón. La mayoría de los políticos se subyugan a la tiranía de los medios, no dejan de ser aprendices, cortos, pedestres. Existir es, para ellos, sinónimo de “aparecer”. La ausencia publicitaria es entendida como la muerte política, cuando la formación, las acciones y el trato, triunfan sobre la muerte física.
Aquiles fue, para muchos, ejemplo. Más que de una trayectoria, ejemplo de vida. La sencillez indisoluble al carisma le acompañaron y su buena estrella le llevó a altas responsabilidades. No se mareó, no perdió piso. El don de la ubicuidad le fue dado. Ayudaba y se dejaba ayudar. Tuvo enemigos, lo escogieron; que yo supiera él nunca escogió a nadie para tan innoble calidad.
Aquiles prodigaba ayuda hasta las márgenes del desinterés. Extendía la mano incluso a desconocidos. Soy una prueba viviente de ello. Muy pocos saben que de no haber sido por él, mi segunda carrera se hubiese quedado en un sueño. Sabás Cruz me llevó ante él. No hubo más trámite que mi presencia y su voluntad. Me deseó suerte y cuando, al cabo de un semestre le presenté mis calificaciones y un diploma como el mejor promedio pude, conmovido, ver en sus ojos, la satisfacción de la generosidad cuando da frutos, de la confianza cuando es correspondida.
A partir de ahí nos hicimos amigos.
En el camino de la política, quien la ejerce deviene de facto en coleccionista de anécdotas. Las que más valen son las que se convierten en lecciones. Era marzo del año 2000. El Certamen Nacional de Oratoria con el que cada año el H. Congreso del Estado conmemoraba el natalicio del benemérito, se llevaba a cabo en su antigua sede frente al “llano” sobre la Avenida Juárez de nuestra capital.
El desaforo se había entronizado para entonces en los concursos de esa naturaleza. Durante la competencia solo los concursantes, unos cuantos familiares y amigos y el jurado. En aquella ocasión no llegábamos a 50 personas. En las butacas, a unas filas de los participante, el presidente de la entonces Gran Comisión. Solo, atento, expectante; como aprendiendo algo que faltaba en su formación Aquiles contrastaba en aquel cuadro. Se retiraba a su oficina solo a atender asuntos de urgencia y regresaba con la misma actitud de un alumno deseoso de aprender más. No lo podía ocultar. Estaba fascinado escuchando a los jóvenes que de otros estados venían a dar cátedra del arte de hablar en público.
Quizás es lo que yo quiero creer, pero a partir de entonces Aquiles para mí, no fue el mismo ante un micrófono. Dejó de hablar para empezar a transmitir. Transmitía más que ideas vueltas palabras. Quienes con atención le escucharon posterior a esa fecha, no me dejarán mentir.
Fue un político fuera de lugar en un entorno donde el desprecio por los que hablan es común aunque, habré de decir, no total, generalizado. No dejó que ningún complejo le dominara. Con humildad me enseñó en aquella ocasión, que nunca estaba dispuesto a dejar de aprender.
Nos premió esa misma tarde y se premió a sí mismo.
Si hubiera sido o no el candidato a gobernador años después, no podemos decirlo irresponsablemente. Lo que sí podemos decir es que hubiese sido un extraordinario candidato.
En los días previos a la definición lo tuve frente a mí en la oficina del gobernador. Solos en la pequeña oficina adjunta al Secretario Particular le percibí desanimado. No le dije más que lo que se le puede decir en momentos así a un amigo querido y admirado. Mi gratitud se reflejó en esperanza, en ánimo, en aliento. Lo único que supe después de aquella noche es que su “passat” había volcado en la supercarretera. Fue todo.
Cuando veo o se de Hugo, de Juan de Dios o del Dr. Delfino, Aquiles viene a mi mente en un acto reflejo; cuando camino por el llano; cuando tengo noticia del concurso de cada marzo; cuando veo el traje de aquel certamen que aún conservo.
Alguien dijo que los hombres no mueren mientras viven en las mentes de otros hombres y, aún a pesar de ser unos pocos, Aquiles tiene, no solo en nuestras mente, sino en aquel lugar donde, como ahora, no caben y se escapan por los ojos las emociones, la patente de la inmortalidad.
Gracias Aquiles!!!
moisesmolinar@hotmail.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)