sábado, 8 de octubre de 2011

Y LLEGÓ DON ARTURO ...

LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
Y LLEGÓ DON ARTURO…
Como lo vaticinamos en este mismo espacio y en las redes sociales, el delegado del PRI llegó. Y no es precisamente –todos lo sabemos- delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI; es delegado de Enrique Peña Nieto.
La llegada de Don Arturo Osornio es esperanzadora. Llega con amplias credenciales. Su fama le precede y su relación con el ex gobernador mexiquense lo apuntala. Arriba a nuestra entidad legitimado, pues.
Conciliador, perito en la acción política, experimentado negociador e inflexible en sus compromisos, son atributos que de él refieren quienes le conocen. Le encomendaron Oaxaca y desenredar este quesillo llamado PRI oaxaqueño no es empresa sencilla. Meses enteros con sus días han ahondado la crisis partidista, crisis que ahora Don Arturo seguramente está viendo como “oportunidad”. Einstein dixit.
“Chucha cuerera” y “viejo lobo” son adjetivos que la prensa oaxaqueña le ha adjudicado. Y en las próximas semanas seguramente veremos resultados de su trabajo. Con el tiempo encima, tiene que operar a marchas forzadas, dar cada paso y tomar cada decisión con cautela. Trae seguramente pies de plomo para transitar el camino (su propio camino) que lleve a la unidad primero y al triunfo electoral después.
La primera pieza del eslabón es él mismo. Sin intereses personales, sin compromisos locales y sin apasionamientos, el nuevo delegado se erige en el tan ansiado factor de unidad e interlocutor válido. Complacer debe, no a los grupos políticos en conflicto, ni a los “evielistas”, ni a los “franquistas”, ni a los del Frente Renovador, mucho menos a los ex gobernadores o a individualidades que aunque con peso específico no dejan de representar sus propios intereses.
La complacencia debe cumplirla institucionalmente ante una elección histórica, donde la única clave de los resultados electorales, la representa la reinserción de las bases priistas a los trabajos de campaña.
Para la hora en que usted –amable lector- esté leyendo este texto, el Consejo Político Nacional del PRI seguramente habrá aprobado la elección directa con miembros y simpatizantes, del candidato a Presidente de la República; y la convención de delegados para elegir a los candidatos a Senadores y Diputados Federales por la vía uninominal, en cumplimiento a los artículos 180 y 181 de los estatutos.
La inmensa mayoría de los priístas oaxaqueños se han mantenido al margen del desencuentro grupuscular. No por ello dejan de ser priístas. Estaban esperando el golpe de timón, el punto de quiebre que despejara la zozobra y abriera los caminos para inundar los cauces de la participación activa. A partir de ahora dejarán de ser espectadores y se sumarán en torno al liderazgo legítimo de Don Arturo.
Es una alta responsabilidad y de tener éxito, grandes serán también los resultados, las cuentas que habrá de entregar. La expectativa es incuantificable; se espera que el grado de satisfacción de los militantes y simpatizantes tricolores esté a la altura de su lealtad y amor por el partido.
La renovación ha iniciado y más allá de la tinta que se ha empleado y las voces que se han escuchado, el único juicio que debe valer, si es que se quiere ganar Oaxaca, es el de los priístas sin “burbuja”, sin “amigos”, sin compadres, sin padrinos; quienes siempre han dado la pelea con su activismo, con su promoción y sobre todo con su voto. Las elecciones no las ganan los candidatos, ni los dirigentes, ni los líderes; las ganan las bases, la tropa, la artillería. La política, especialmente es tiempos electorales es una guerra sin sangre y hoy en Oaxaca tenemos un nuevo general y con él, la unidad de mando.
En Oaxaca el PRI necesita reencontrarse con la ciudadanía, reconstruir los puentes que hace tiempo se vinieron abajo; recuperar la confianza perdida no solo respecto del PRI sino de los políticos. Por ello necesitamos candidatos que prestigien al partido. La inmensa mayoría de los votantes no tiene filiación partidista. No tienen color, no viven de la política, pero sí esperan resultados en la concreción de ellos mismos y sus familias.
No por nada los estudios de opinión, en sus diferentes expresiones, distinguen obligadamente entre el nivel de conocimiento y el grado de aceptación. Si queremos los mejores candidatos, Don Arturo, no hay más que escuchar la sabiduría de los ciudadanos.
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