El PRI oaxaqueño dista mucho de ser plural. La realidad que se ha impuesto por lustros es la de los grupos. Por mucho tiempo existió un solo grupo hegemónico: el grupo del gobernador priista en turno. Cuando el PRI perdió la gubernatura, la lógica que se quiso imponer fue la del grupo del gobernador saliente, pero encontró su antítesis, principalmente en el grupo de su antecesor. Volvemos al principio. La vida interna del PRI es la vida de sus grupos y su dinámica es siempre impulsada por estos.
Hoy testimoniamos los primeros visos de una síntesis hegeliana. Ulisistas y muratistas al centro y algunos grupos satelitales comienzan a ponerse de acuerdo. Siempre se dijo que la ruptura en el PRI, sobrevino ajena a la militancia. Se patentizó en sus grupos y – para bien o para mal- nada ajeno a los grupos podía ser germen de reunificación.
La última integración del Consejo Político Nacional en Oaxaca fue, quizás el punto más álgido de la ruptura. Dos planillas fueron presentadas en aquella ocasión. Cada una fue integrada por los dos grupos más visibles. La intransigencia era omnipresente y la lucha de egos llevó el proceso hasta los tribunales y lo que se tuvo que haber resuelto haciendo política dentro del partido, se sentenció en una instancia ajena a los priistas de Oaxaca. Lo que debió haber sido un acuerdo civilizado, se sustituyó por la frialdad procedimental. Se integró una planilla que, a la fecha visiblemente, tiene insatisfechos a muchos de quienes participaron en su elaboración.
De Alejandro Avilés se podrán poner en duda muchas cosas, no su astucia, un género del intelecto apuntalado en el pragmatismo. Nadie como él sabe al día de hoy que no es lo mismo operar en el bajo perfil, que mostrarse, dar la cara, estar expuesto, dar explicaciones, rendir cuentas públicamente. El salto hacia el alto perfil tenía que implicar un cambio de juicios, incluso de actitudes. Hoy ha quedado, por circunstancias a él ajenas, al frente del PRI oaxaqueño.
En ausencia física del Presidente del Comité Directivo Estatal, él es quien decide. Sus parámetros de decisión no son ya los mismos.
Avilés se deja guiar. Desprendido de la soberbia que su nueva responsabilidad pudiese justificar, parece saber qué terreno pisa a cada paso que da; con cada decisión que toma. Se deja guiar, manda obedeciendo. ¿Quiénes son sus guías? Indiscutiblemente Ulises Ruiz … pero también Murat.
Para nadie es secreto que con los dos acuerda, que a ambos consulta, que con ellos cabildea. Que sus opiniones son solamente eso, opiniones. Opiniones que se convierten en decisiones si cuentan con el doble aval. Solo así ha habido calma en la tormenta.
Pudiera parecer grotesco que dos personas decidan los destinos del PRI oaxaqueño. Pero, por el momento, no queda de otra. Para ganar elecciones, el PRI necesita unidad, para que haya unidad se necesita orden. Y en las actuales circunstancias el orden lo negocian Murat y Ulises. No hay más. Quien no lo quiera ver, seguirá caminando con una venda en los ojos. Probablemente el “agandalle” siguiera de no estar Murat donde Peña Nieto lo puso. Pero ahí está y hoy no pesa solamente como ex gobernador. Quienes lo daban por muerto, hoy lo ven más vigente que nunca.
En Oaxaca no existe una cultura partidaria. Y con ello me refiero a todos los partidos. La cultura partidaria implica antes que todo “participación”, interés, involucramiento voluntario en los asuntos del partido que, en su cenit, tienen normas, reglas estatutarias que marcan procedimientos con sus plazos y sus términos.
El militante quisiera que se le informara por teléfono o en su casa, de cada convocatoria, que se le explicara su contenido, que se le clarificaran los plazos y hasta que se le elaboraran los documentos necesarios para participar en los procesos internos. La realidad ilustra que hay interés solo cuando las cosas se han consumado de modo irreversible.
¿Que falta publicidad a las convocatorias? ¿Que de ellas se enteran solo unos cuantos? ¿Que se les invita sólo a convalidar decisiones que ya se han tomado por los grupos? Son verdades. Pero el cambio debe venir de la propia militancia, de su interés, de su participación, de su involucramiento.
La planilla única presentada de 55 delegados y que “eligió” la Asamblea Estatal tuvo oposición en algunos de sus nombres. Es natural. Los militantes conocen a todos y los juzgan. Eso nadie lo puede cambiar. A más de ello hay que decir que, de acuerdo a la lógica de los grupos, fue una planilla equilibrada, de unidad. Incluyó a todos los grupos. Ahí estuvo la mano de Ulises, Murat, Heliodoro, Corpus, Sofía, Héctor Pablo, Jorge Toledo, Fito , González Illescas, con propuestas o con su aval.
Fue un paso importante. Derivado de la experiencia anterior, se evitó el agandalle y con él, sus nefastas consecuencias que le hubieren llevado de nueva cuenta a los tribunales. Este proceso es solo una escala hacia la Asamblea Nacional.
No son tan importantes los nombres como el proyecto. Todos vamos unidos en torno a lo que los priistas mandaron en sus asambleas municipales. No habrá pronunciamientos a título personal. Se defenderá sin titubeos lo que los priistas de todo el estado determinaron unánimemente y es un rotundo “NO” a la propuesta de reforma de nuestros Documentos Básicos filtrada por el Comité Ejecutivo Nacional y presumiblemente atribuida al Presidente Peña Nieto.
En el proyecto se pretende, como lo comenté oportunamente, eliminar del Programa de Acción la prohibición de gravar con IVA los alimentos y las medicinas; y en lo que respecta a los Estatutos, entre otras cosas, reducir la integración del Consejo Político Nacional a menos de la mitad de sus actuales miembros; reducir a una cuarta parte los integrantes de la Comisión Política Permanente del mismo consejo; eliminar el requisito de haber desempeñado un cargo de elección popular para poder ser candidato a Gobernador o Presidente de la República; y establecer la posibilidad de postular como candidatos del PRI a ciudadanos sin militancia.
Se pretende un PRI más vertical, más pragmático, menos ideológico, más dócil a las conveniencias de quien manda, un PRI desnaturalizado que niega a su militancia y le pone por debajo de candidatos de ocasión. Es mi postura que no debe haber lejanía del PRI con su Presidente de la República, pero la cercanía debe ser una “sana cercanía”. Lo mejor para el PRI no es por definición lo que resulte mejor para el Presidente y quienes le hablan al oído.
Tendré la alta distinción de participar con 11 oaxaqueños más en las mesas de debate previas a la Asamblea Nacional. Estaremos en días previos defendiendo cuanto la militancia de los municipios oaxaqueños nos ha mandado. Por mi parte tengo fe en una militancia más responsable y participativa y mientras llega, no debe pretendérsele una moda, algo que se puede borrar de un plumazo.
Twitter @MoisesMolina
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