domingo, 29 de septiembre de 2013

CRISIS DE LÍDERES

Hay acontecimientos que de cuando en cuando se incrustan en la vida como pedrería. Nos marcan un alto y hacen las veces de una aduana donde nuestro bagaje de opiniones y creencias es revisado. Salimos nuevos, reinventados, provistos de dosis altas de ese material con el que se construyen los sueños.


Con la pintura, aún fresca, es que escribo estas líneas de mi ejercicio semanal. Fuimos solo 15 los privilegiados en la primera generación del seminario “Lidera”, una ejemplar iniciativa de tres mexicanos preocupados y ocupados en lo necesario para este país. Raúl Ferráez, Presidente Ejecutivo de la prestigiada revista Líderes Mexicanos, Enrique Bustamante, Director de la Fundación Ealy Ortiz y colaborador de “El Universal” y Ricardo Homs, Director General de Ries Ries Latinoamérica merecen, aunque no lo pidan, el mayor de los reconocimientos.


Lo que parecía llamado a ser un fin de semana de clases para aprender o corregir el rumbo a ser líderes, devino en algo más profundo alejado de toda superficialidad. Luis Carlos Ugalde lo definió: fue conversación. Reflexionamos, debatimos y concluimos juntos en torno a la primordial necesidad del país, que es una carencia de fondo: la de liderazgo político y social.


El origen de los malestares presentes de México válidamente se encuentra ahí. En mi caminar por los concursos de oratoria se dejaba escuchar recurrentemente (y seguramente se sigue escuchando) una frase: “causas hay muchas, lo que faltan son rebeldes”; rebeldes o no, lo que faltan son líderes.


Con el propio Ugalde, Ana María Salazar, Roy Campos, Ricardo Homs, Raúl Ferráez, Enrique Bustamante y mi paisana Ana María Vásquez Colmenares, convenimos en que el liderazgo es una necesidad social que tiene que ver con la transformación y por ende, según la visión de Peter Drucker -que el Presidente Peña Nieto retomó en su mensaje a los “300 líderes” de México-, con los resultados.


¿Cuál es el perfil de líderes que México pide a gritos? Se habló de liderazgos buenos y malos. Se matizaron los segundos reduciéndolos a mera “influencia”. El liderazgo proactivo, el que construye, el que propone, el que impulsa el avance, el que se funda en una “visión”, en una causa, el que se traza objetivos claros y metas medibles es el que nuestros hijos y nuestros nietos habrán de agradecer.


Hoy que se tiene a casi cualquier cosa por “líder”, la vida nos reservó un asiento en el autobús de la reflexión y quince conciencias hemos asumido la gravedad del compromiso. El liderazgo es para servir, no para servirse.


Y es que el liderazgo sin generosidad no existe. Ricardo Homs nos compartió que “la esencia del liderazgo es la generosidad como una actitud” y en medio del pragmatismo feroz, el cortoplacismo y el egoísmo como sino de nuestro tiempo, la generosidad debe florecer en aquellos para quienes todavía hay tiempo.


México necesita creer, imaginar un futuro mejor y saber que es asequible. En medio de nuestra babel, nadie le pone orden a las ideas, ni mucho menos a las palabras. Giovanni Sartori en su Teoría de la Democracia formuló uno de los últimos alegatos en pro de las palabras y de sus significados. En tiempos donde no hay líderes que comuniquen, la nueva generación debe desenterrar la estafeta para continuar un relevo interrumpido. Entre los quince asistentes habíamos tres amantes de la oratoria que, sin duda, escuchamos con más fuerza este llamado. El llamado a una cruzada para rescatar el sepulcro de las palabras.


Cuanto sufrimos en este adolorido país es natural. Los tiempos cambiaron y los líderes de antaño, ávidos de presente, no. El liderazgo no es un título nobiliario.


Hoy, en razón de uno por cada 7 u 8 millones de mexicanos, quince voluntades juveniles hicimos del hotel Regis el centro del mundo, de nuestro mundo. En medio de la banalidad que a veces nos hace tender a los superfluo, repensamos los concupiscible, lo valioso, lo trascendente y recobramos conciencia de que nuestra labor es ineludible e irrenunciable. No se si queremos ser líderes, pero estoy seguro de que queremos lo mejor para nuestro amado México y haremos todo lo que esté en nuestras manos para realizar un país de sueños cristalizados y esperanzas llamadas a realizarse.



Nos dimos cuenta que tenemos superávit en la balanza de voluntad y que a nuestra edad no se puede pensar en otra cosa, ni desear nada más que esa determinación esté por encima de los años; que como quiso Jesús Reyes Heroles, se puedan tener mil años y seguir siendo joven.


@MoisesMolina

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